La última vez que vi en directo a Motorhead fue en el histórico Pabellón de los Deportes del Real Madrid. En aquella ocasión y en el tiempo que duró la actuación, pasé de ser seguidor a fan del grupo. Como un Ferrari que pasa de cero a cien en cuestión de segundos. Por eso cuando supe que la banda tocaría el día 14 de junio en el escenario Mundo de Rock In Río dije: yo voy. Aunque en esta ocasión la impresión, sin dejar de ser positiva, no fue la esperada.
A las nueve y cuarto y con una formación de lujo – Phil Campbell a la guitarra, Mikkey Dee a la batería y Lemmy Kilmister al bajo y voz -, sonaban los primeros acordes de “Iron Fist“, una inmejorable manera de empezar la actuación. El público, que abarrotaba el recinto, enloqueció por momentos. Y siguió enloqueciendo cuando los ingleses descargaron “Stay Clean“, “Metropolis“, – antes habían sonado “Be My Baby” y “Rock Out” -, o la pegadiza y cargada de adrenalina “Going To Brazil“.
No faltó el solo de guitarra a cargo del señor Campbell ni el increíble solo de batería que se marcó el señor Dee. Pero el climax del concierto se logró con la interpretación de “Killed By Death“, para la que contaron con la grata compañía de Andreas Kisser, guitarrista de Hail y antiguo miembro de los brasileños Sepultura. Luego sonaría la preciosa “Ace Of Spades“, para terminar, después de una hora y cuarto, con una impresionante interpretación de “Overkill“.
Decir que hubo compases del concierto en los que el grupo no me gustó — solos de guitarra que no sonaban con la fuerza y la precisión que suenan en los discos -, o temas imprescindibles en el repertorio que el grupo no tocó — “Bomber“, “Motorhead“, o “Stone Deaf Forever“, por citar tres ejemplos -. Aunque si me preguntan si me defraudaron los ingleses tengo que contestar que no. La fuerza, y sobre todo el magnetismo que en directo tienen los tres miembros de Motorhead es muy difícil de igualar. Para quitarse el sombrero. El tuyo Lemmy.