Viernes
Un año más SOS 4.8 daba el pistoletazo a la temporada de festivales con gran éxito en lo que se refiere a afluencia de público (aunque sin agotar). El parking del Eroski a reventar, una curiosa mezcla entre moderneo y chonismo y bastante cola para entrar marcaron los primeros momentos del festival, en la que Dorian fue la primera banda estrella del viernes.
A raíz de su último “La Velocidad del Vacío”, la bases enlatadas han pasado a la historia y las guitarras tienen más protagonismo, por lo que su directo resultaba algo menos bailable de lo habitual, pero sin perder pizca de la emotividad y el drama que les caracteriza. Supieron ir al grano, sin discursos absurdos de por medio (muchos todavía se acuerdan del ya famoso “Sonorama sí, Sonorama no”), escogiendo sabiamente sus mejores hits y gozando de un sonido más unificado y sólido. Puede que muchos no les tomen en serio, y es verdad que a veces chirrían (especialmente ciertas letras), pero nadie les puede negar su potencial pop, y así lo demuestran “A cualquier otra parte”, “Tormenta de arena”, “El temblor” o “La mañana herida”.
Grises bebe bastante de Dorian, aunque desde un prisma näif, pero con el mismo afán de parir el himno pop perfecto. Ellos también pecan en las letras, bastante facilonas y en su segundo disco llenas de tópicos excesivamente azucarados, pero sobre el escenario saben ganarse al público gracias a sintetizadores envolventes, riffs de teclado infecciosos, muchos “oh-ohs” y por supuesto melodías a prueba de bombas. Incluso la voz masculina de la banda se vio beneficiada, resultando menos estridente.
The xx era una de las estrellas de la noche, lo que conlleva que se acercase mucho público que en realidad le importa un pimiento su música, así que se ponen a hablar de su ligue de ayer o de lo cocidos que van. El problema se convierte en tragedia cuando estamos ante una banda que destaca por el minimalismo sonoro, donde los silencios casi resultan tan importantes como la música. Desconectar suponía una tarea ardua, pero si finalmente se conseguía se podía disfrutar de una delicatessen en la que a modo de in crescendo se desgranaba buena parte de los temas de sus dos álbumes. “Intro”, “Reunion”, “Crystalised”, “Chained” o “VCR” derrocharon sensualidad y elegancia hasta un maravilloso final a cargo de “Intro” y “Angels”. Pelos de punto es poco. Mención especial a su acertado juego de luces.
Parece mentira que Hola a Todo el Mundo no se ganen el respeto de muchos, y más tras su último y magnífico ”Ultraviolet Catastrophe”. Y es que por si fuera poco en directo plasman su nuevo sonido de manera tan cristalina y precisa que la alabanza está asegurada. Apostando al máximo por este nuevo material, los asistentes gozaron de un directo que calaba, pero por desgracia muchos de ellos prefirieron no terminar la experiencia y salieron escopetados hacia Bloc Party, porque básicamente no sabían lo que les esperaba…
Algunas voces ya claman la vuelta de los 2000, pero si va a ser como el directo de Bloc Party, mejor reivindicar de nuevo los ochenta. ¿Dónde quedaron los artífices del mítico “Silent Alarm”? Pues no estaban sobre el escenario Estrella Levante, eso seguro. Ni sus grandes éxitos conseguían salvarles de la quema, qué decir de su último y desastroso disco. “Banquet”, “Helicopter” o “Positive tension” quedaban deslucidas por un Kele ausente y un sonido vulgarizado. Ni empotrar “Flux” con “We found love” de Rihanna sirvió de mucho.
La presencia de John Talabot en medios y festivales internacionales se justificó una vez más gracias a un directo bailable (más que en estudio) pero con estilo, sin zafiedades e intentando que no todos los matices sonoros quedasen en manos de un botón. Un show sinuoso y misterioso que hipnotizaba sin remisión. La odisea electrónica continuó con la sesión de Jamie xx, que en clave de house tomaba algún tema pop, incluido de su banda madre, con la que comparte el minimalismo, aunque de una manera más contundente y club. Podía resultar un poco cargante al final, y más si no se trata de tu género favorito, pero con un par de copas de más se le podía sacar partido.
Sábado
La primera opción apetecible, para un servidor al menos, fue Extraperlo, aunque la mayoría se decantó por Jero Romero, porque el escenario Jägermeister estaba casi vacío al comienzo. Quizás a una hora más avanzada hubiesen congregado a más gente, además de que sus ritmos pop tropicales (ahí se nota la mano de El Guincho) seguro que hubiesen dado más juego. Por suerte vivimos grandes temas como “Ardiente figura”, “Fina Vanidad” o aciertos como enlazar “Fieras” con el gran hit de su primer disco “Bañadores”. Y a pesar del fresco ambiente del sábado, supieron insuflar calor veraniego con su propuesta.
Lori Meyers era posiblemente la banda nacional más esperada, y sus fans son los que se saben las letras de pe a pa, lo que influye en la generación de un ambiente muy festivo y receptivo. Como anécdota cabe destacar que Javiera Mena y Annie B. Sweet subieron al escenario para aportar sus femeninas voces a un par de temas de su repertorio, en el que desgranaron parte de “Impronta”, pero donde realmente brillaron fue interpretando sus grandes clásicos. Sin ser la panacea del pop nacional, cumplieron con creces.
El galardón al mejor concierto del sábado se lo llevó M83 sin atisbo de duda. Optando por un setlist menos ravero que en Primavera Sound (aunque la hipervitaminada “Couleurs” no faltó para cerrar la velada), “mágico” es el mejor calificativo que se le pudo atribuir a una hora de pop expansivo, emotivo y épico con momentos inolvidables como “Outro”, “Reunion”, “The skin of the night”, “We own the sky” o “Teen angst”. Daban ganas de coger la mano del de al lado, apretarla y llorar de alegría por una música que entre líneas, nunca de manera directa, recoge la grandeza del ser humano y que en directo multiplica su poder vital por cien, ayudados por una puesta en escena acorde con el espectáculo. Si al final su popularidad ha llegado a tales cotas, será por algo.
Los Punsetes empezaron antes de que terminarse M83, pero muchos empalmaron entre ambos y sin agobios, el público resultaba bastante numeroso. Con la chulería innata de Ariadna, presentaron su último disco con antiguos éxito como “Tus amigos”, “Dos policias” o “Maricas”. Ella tan estática como siempre, se acompañó de visuales muy acertados con su actitud irónico-festivo, y el sonido destacó por la limpieza dentro de su ruidismo y distorsión en el caso del su última época. Siempre aciertan, y aunque alguno lo vea como el típico grupo nacional indie, el subtexto de su música está muy por encima de la media. Y gracias a Dios, no solo mantienen, sino que lo potencian en directo.
Javiera Mena salió más elegante de lo habitual (vestido brillante y todo) e hizo bailar al público a pesar de que de primeras las dudas sobre si su hora era la más adecuada planeasen sobre su concierto. Las despejó gracias a su encanto y soltura y unos cuantos temazos de impresión como “Luz de piedra de luna”, “Al siguiente nivel” o “Sufrir”. Si en España no tenemos popstars indies decentes (ni comerciales), en Chile está claro que sí.
El mayor problema de Citizens! recayó en la hora, demasiado avanzada para un concierto de esta índole, y en un volumen muy moderado. Y sus canciones son efectivas como las que más, pero no hubo manera, y eso que se les vio entregados al 100%. Una injusticia, y que extrañó, ya que en general el sonido de todos los conciertos resultó exquisito. Como anécdota, llamaron la atención de los que les desconocían con una versión de “Missing” de Everything But The Girl.
Para terminar Addictive TV supuso un gran acierto en parte gracias a sus maravillosos visuales, tanto a nivel de contenido (desde Star Trek de los 60 a Transformers) como de montaje. Quizás el tema musical resultaba algo hardcore, debido a unos bajos un tanto exagerados, ya que retumbaba todo en exceso. Sin embargo no resultaba complicado quedarse embobado mirando a la pantalla, pero no es menos cierto que se echó de menos la triste ausencia de Amable y su opción más pop.