Hay situaciones en las que la música siempre es lo de menos. El caso de Tokyo Sex Destruction fue así, al menos después de sacar “The neighbourhood” (Bcore 2009) y embarcarse en la gira posterior, esa que destruyó la estabilidad de la banda desmembrando el conjunto hasta su total renovación. Pero antes del giro, Tokyo Sex Destruction tuvo que andar mucho en su particular travesía por el desierto. Las maquetas y las dudas fueron predominantes hasta la salida del sexto largo: “Sagittarius” (Bcore, 2013), el mejor disco hasta la fecha de los de Vilanova i la Geltrú. Raúl Jiménez (RJ Sinclair) lo cuenta todo desde el diván.
Empecemos por el comienzo: la disolución.
Después del 2010 tuvimos gira, pero a finales de ese mismo año cuando ya el guitarra original no pudo más. Eso fue en diciembre, al final. Supongo que tenía el mismo sentimiento que teníamos todos, aunque no lo llegábamos a exponer. No sé, después de tanto tiempo juntos…
¿Motivos económicos?
Nosotros hemos subsistido siempre cómo hemos podido. Ahorrábamos cuando estábamos de gira, pero lo gastábamos cuando regresábamos. También hay otras cosas, pero date cuenta que empezamos con veintipocos años, que es cuando hicimos la gira americana. Ya me dirás, con esa edad… como si te vas seis meses. Luego, te vas haciendo mayor, aparecen las relaciones, compromisos… y las cosas cambian porque se busca estabilidad, algo que muy complicado de encontrar, lo reconozco. Cuando te tiras mucho tiempo fuera y tienes la vida montada de una manera, llega un momento en el que no te cuadra nada. Es ahí cuando empezó a tambalearse el tema.
Pero hablamos de la época en la que andabais todavía presentando “The neighbourhood”.
Con “The neighbourhood” quisimos hacer algo diferente, pero somos tan malos que al final se fue todo a la mierda. Introdujimos ritmos latinos, vientos… cosas que buscábamos poner en directo, pero no salió tan bien como quisimos.
Bueno, en “Sagittarius” hay vientos, no os ha salido tan mal.
Sí, es verdad. Cuando el guitarra abandonó la banda, el percusionista pasó a la batería, el batería pasó al bajo y el bajo pasó a la guitarra. Así aguantamos una gira más por Europa y otra en Estados Unidos. Cuando volvimos pensamos en hacer más cosas, pero se precipitó todo y pensamos en dejarlo todo. Al final nos quedamos tres, pero originales somos dos. No sé, no nos esperábamos esa salida, y eso que estábamos grabando maquetas. No nos dio tiempo a reaccionar.
¿Y os estuvisteis viendo durante ese tiempo? No sé, habiendo maquetas de por medio…
Sí que nos estuvimos viendo, y de hecho tocábamos de vez en cuando, pero no era algo continuo. ¿Qué nos había llevado a esto? ¿Por qué nos encontrábamos en esta situación? Entonces, en lugar de quedar para ensayar, quedábamos para reunirnos durante cinco o seis horas y hablar de lo que había salido mal. Ya te digo, fue un poco complicado.
¿Qué pensabas tú? ¿Crees que era suficiente?
En estos dos últimos años sí que fue suficiente. Arrastraba una larga enfermedad, tuve un accidente con el coche, relaciones personales complicadas… Es posible que todo se hubiera ralentizado con la banda porque yo no era capaz de levantar cabeza. Tenía una cosa y me venía otro. Desde que dejamos de tocar en 2011, estuve sin salir de casa bajo un rollo depresivo. Estábamos funcionando de una manera que acabó desvaneciéndose de la noche a la mañana.
¿Pero qué pasó con las maquetas?
En realidad comenzamos a grabar maquetas desde hace un año, con letras que había escrito. Son las canciones que aparecen en el disco, pero no son canciones reales.
¿A qué te refieres con que no son “canciones reales”?
A que nosotros teníamos las ideas pero no podíamos grabarlas al ser solamente tres. Sí, al final lo grabamos todo nosotros, pero no las sentía reales, como que no estaban ahí. Somos un grupo de directo, así que no estamos tocando en directo, como que no me lo creo. Quedábamos, escuchábamos las maquetas y nos parecía la polla, pero al poco tiempo ya se me pasaba esa ilusión. Pensaba que eran una mierda. Me entraron miedo y dudas. ¿Qué estaba haciendo? ¿Merecía la pena lo que estaba haciendo? Eso nos hizo entrar en un círculo vicioso del que no salíamos. Hablábamos y hablábamos, pero la cosa no funcionaba.
Pero llegó Bcore y os abrió la puerta.
Bueno, nos pedían temas para escuchar, pero no queríamos mostrar nada. Esas canciones eran una basura. Pero en fin, al final empezamos a enviarles cosas. “No están tan mal, joder”, nos dijeron. Esas son las canciones que han terminado en el disco, aunque las arreglamos en el estudio. La verdad es que la entrada de Fernando Pardo en el trabajo ayudó a que todos viéramos la luz al final del túnel. Me he tirado horas y horas hablando con él por teléfono de cosas que no tenían que ver con la música, sino de cosas internas del grupo por las que él ya ha pasado. Habló con nosotros uno a uno.
Más que un productor, diría que ha sido un psicólogo.
Sí, totalmente. Cuando le propuse hacer el disco, a él le pareció de puta madre. Nos dijo que le recordábamos a sus comienzos porque teníamos las ideas muy fijas. Ese nexo fue lo que le empujó a hacerlo. Ahí nos comenzamos a abrir. Teníamos las canciones hechas, pero buscábamos a alguien que ayudara. Fue algo que pensamos al principio de todo, cuando todo estaba mal, pero aquello fue un error. Piensas que las cosas van a ser como antes, pero luego te das cuenta de que no es así porque todo tiene un proceso.
Igual que un matrimonio “parcheado”.
O acabas una relación y ya estás con alguien el fin de semana siguiente. El caso es buscar esa primera sensación. Más o menos fue así. Pero eso nos hundió. Por una parte quería tirar de la banda, pero por otra me estaba replanteando mi vida con la banda. ¿Qué había hecho durante los diez años con ellos? ¿Estaba tirando mi vida?
El hecho de planteárselo es jodido…
Volvía de gira y me encontraba con los colegas, gente que tenía una vida estable, ¿sabes? Quieras que no, largarte logra deshinibirte de todo eso, pero al volver te dabas la hostia. Vale, es posible que tuvieran una vida mejor o peor, pero piensas que todo se te ha ido a la mierda. No es el “síndrome de Peter Pan”, pero cuando volvía escuchaba a mis amigos hablar de experiencias que habían compartido en una misma ciudad. Yo era amigo de ellos, pero no tenía experiencias comunes. Entraba y salía de esas relaciones.
Piensa que igual ellos anhelaban tener tus experiencias.
Claro, porque el ser humano siempre quiere lo que no tiene. Sí, he viajado por todo el mundo, pero no he vivido otras cosas. Cuando estás de gira, te pasas la mayor parte del tiempo encerrado en una furgoneta pasando un día en una ciudad. Lo que te quiero decir es que ellos, mis amigos, tienen una seguridad, pero aunque vivan mi experiencia, volverían a sus vidas otra vez. Van pasando los años y adquieres otras responsabilidades, otro punto de vista dentro de tu vida, una estabilidad que una banda no te da. Es lo que ocurre. Hay una vida, que es la estándar, pero si estás en la música es porque vas a vivir una vida alternativa. Te hablo siempre desde nuestro punto de vista. Luego, cuando pasa el tiempo, esa vida estándar acaba por atraerte porque estás viviendo fuera del sistema. Eso es lo que ha marcado el “declive”.
¿Es posible que te hayas creado ciertas expectativas con la banda?
Depende. Estaría haciendo continuamente lo que he estado haciendo durante estos diez años porque es de verdad lo que me gusta. O sea, que si me dicen de salir otra vez de gira yo volvería a salir de gira. Pero es que te da la sensación de que no ha pasado el tiempo. Mira, al principio girábamos por ahí y dormíamos donde podíamos, pero conforme fuimos creciendo, nos íbamos acomodando. Nosotros nos conocíamos del pueblo, de haber crecido juntos. La idea principal era la de tirar de la banda, pero en el momento en el que uno de los integrantes no tira, la cosa se viene abajo porque deja de ser una prioridad.
Pero curiosamente tuvieron que entrar terceras personas para sacaros adelante. Ya fuese Fernando Pardo o en Bcore.
Piti Elvira (Standstill) es amigo nuestro. Quiso implicarse y nos ayudó en los ensayos para preparar las fechas que teníamos. El año pasado, a finales, teníamos gira por Europa, pero fueron fechas que rechazamos con anterioridad. Se volvió a plantear, pero temíamos cometer el error de al principio por meter a otra persona. El primer concierto no fue gran cosa, pero nos ayudó mucho después de haber estado dos años sin subirnos a un escenario pese a que teníamos una nueva formación.
¿Cuándo os decidisteis por Fernando?
En realidad nos iba a producir el disco Gregg Foreman, el productor del anterior disco, pero vimos que con Fernando había una unión distinta.
Y ahora te lo crees, ¿cierto?
Sí, ahora sí. Después de los conciertos me di cuenta de que la cosa marchaba otra vez. Llevábamos dos años de mierda y son las canciones que hay, pero creo que es lo mejor que hemos hecho nunca, haya mejor o peor. Teníamos algo que decir y eso era lo que importaba. Además, sonábamos a nosotros. Aunque “Sagittarius” dé un giro de tuerca al anterior disco, nosotros sentimos que por final hemos dado en lo que queríamos, en sonar como somos. Lo planteamos como un disco de Pop, basándonos en otras estructuras, aunque a mi madre le sigue sin gustar lo que hago (risas).
Recuerdo que hacíais canciones muy cortas. Pero te digo anteriormente.
Y es verdad. Ahora queremos que sean reconocibles y que duren lo que tengan que durar, sin importarnos el tiempo.
Encuentro un ritual en ‘Put your hands up!’, el primer corte.
El comienzo es un sampler de las manifestaciones que hubo en Chicago en los 60. Si se presta atención las voces de esa protesta, podrás escuchar que dicen “join us” (“únete a nosotros”).
¿Tiene eso algo que ver con ‘Dead cops’?
No del todo. La policía se pasó de la raya en Chicago, pero ahora siguen dando palos sin miramientos, lo estamos viendo. Realmente el disco, aunque no sea autobiográfico, cuenta cosas que me han pasado en este tiempo, de ahí que sea tan oscuro y negativo.
Cosa que también refleja la portada.
La portada consigue muy bien lo que queríamos. Aún así, la gente que ha escuchado el disco nos ha dicho que suena alegre aunque las letras no sean así. Contamos cosas que nos han pasado a nosotros pero también relatamos las cosas que han pasado (y que están pasando) a nuestro alrededor. A día de hoy, incluso diez años después, las cosas están peor.
Texto: Carlos H. Vázquez.