Detrás de una portada tan hortera como irresistiblemente adictiva (resulta complicado dejar de mirar esas nubes tan radiactivamente coloridas) se esconde lo nuevo de un grupo amado y odiado a partes iguales. Goldfrapp fueron acusados de chaqueteros y tendenciosos por el brusco cambio que supuso Black Cherry respecto a Felt Mountain, al pasar de un elegante barroquismo pop a un electro-clash vigorizante, sexual y hedonístico, tan en boga en aquellos años. En Supernature siguieron los pasos de su segundo álbum, pero esta vez con tintes electro-pop más suavizados y esencia puramente glam, convirtiéndose en su trabajo más exitoso. Con Seventh Tree se dieron el batacazo padre, al menos en lo referente a ventas, ya que aunque en algunas publicaciones lo destrozaron, a mi personalmente me tenía comprado desde aquel primer y precioso “A&E”. Tras un par de años de descanso aterriza Head First, y aunque en una reciente entrevista reniegan de haber escogido los ochenta como influencia principal, solo hay que escuchar “Rocket”, su single presentación, para confirmar lo contrario. Así que de nuevo les tacharan de seguir las tendencias predominantes como alma que lleva al diablo.
Dejando a un lado la coherencia musical de la banda, Head First transmite cierto regustillo a desgaste, algo agradable pero previsible, y lo que es peor: suena a ya conocido. Alison y Will han querido salirse por la tangente de nuevo, pero el experimento no les ha salido tan redondo como en sus predecesores, quizás porque el giro no lo han llevado hasta sus últimas consecuencias y se han acomodado a mitad de camino. La producción sigue siendo muy cuidada, a pesar de que algunos elementos parezcan arrancados de cuajo del catálogo musical más kitsch de los ochenta. Y el problema no es que suene kitsch (perfectamente respetable), sino que más que reciclar, fusilan descaradamente, lo que les hace perder cierta personalidad en un aspecto donde siempre habían sobresalido.
El disco se divide entre las canciones más ambientales y las más pop, siendo éstas últimas las que peor salen paradas. “Rocket”, “I wanna life” y “Believer” resultan pegadizas pero no enganchan del todo y “Shiny and warm” es un “Satin chic” venido a menos. Por suerte “Alive” se destapa como un tema muy resultón, a pesar de (o gracias a) unos sintetizadores que rozan la parodia. De las ambientales destaca “Dreaming”, recordando al synth-pop francés del estilo de Mylène Farmer o Desireless. “Voicething” es, como su propio nombre indica, un experimento sonoro en el cual diferentes voces se superponen en un entramado atmosférico con influencias de Vangelis. “Head first” y “Hunt” cumplen su cometido de pop envolvente y sosegado, creciendo con cada nueva escucha.
Al final Head First cumple con holgura el expediente, el problema es que cierta nube de indefinición cubre toda su carrera, y en este último disco han llegado al cenit de esta filosofía: demasiada confusión como parar saber hacia donde mirar. Y eso el público lo nota. Los amantes de su debut generalmente odian el resto de sus trabajos, los que prefieren su época electro se quedaron a cuadros con Seventh Tree y los que se engancharon a éste último no entenderán esta nueva faceta, y sinceramente dudo mucho que obtengan nuevos fans. Este álbum se puede considerar como una obra de transición, y esperemos que no suponga la decadencia final de una banda que nos ha dado grandes momentos musicales.
VALORACIÓN: 6
Artista: Goldfrapp
Álbum: Head First
Discográfica: Mute
País: UK
Año: 2010
Más información: web oficial, myspace
dyorch