Gira de despedida de Ilegales, durante el concierto se entremezclan viejos recuerdos, canciones de actualidad y nuevas filosofías para la relación entre músico y aficionado. A la hora de entrar se forman dos colas, entrada VIP para los primeros 50 compradores, que acceden antes que nadie a la sala y tienen casi una hora extra para pedir rarezas –Algo prepara una emboscada-, escuchar clásicos que luego repetirían –La fiesta– o recibir consejos de colocación para cuando el aforo se complete “la primera fila suena muy mal, es para ponerse cuando una ya está muy cocido”.
Se agotó el papel y casi un millar de mamoncetes de varias generaciones asistieron al festival de violencia autoinstructiva que Jorge Ilegal y sus secuaces nos proponen. Con la chulería de saberse grandes el trío desgrana perlas de su nutritiva discografía, Demonio -¿Dónde están los chicos de la banda?-, El Piloto de su segundo LP con confesión incorporada “En ese disco hicimos pop porque queríamos hacernos millonarios”, introducción perfecta para Quiero ser millonario del mismo vinilo.
El entusiasmo de Jorge al elegir el set list en tiempo real y atendiendo a las peticiones del público fue muy comentado, aunque le jugó alguna mala pasada con algunos altibajos que enfriaron al respetable. De todas maneras el carisma del guitarrista es impresionante, con la extraña habilidad de hacer creer a cada espectador que está hablando para él.
Con menciones constantes a los bakalas que poblarían la sala horas después hay prisa por soltar grandes clásicos, Odio los pasodobles, Chistes rock en ya menor, una curiosa y muy acertada versión de Los Bravos, El loco soy yo encienda al auditorio y el avilesino muestra desde el primer tema que compuso cuando era “un mierdecilla peludo”, Lavadora blues, hasta su canción favorita, que tardó tanto en componer, Libérate.
Última incursión madrileña de unos asturianos que han dignificado el rock en castellano y cuya discografía seguirá siendo valorada en el futuro. Les seguiremos en su nueva aventura, aunque la explicación de su cambio de estilo generó pitos y aplausos repartidos por igual.
Texto y fotos: Pointer
Ilegales — Sala Heineken (Madrid) — 23/04/20101 thought on “”