Su puesta en directo es aún más lograda que el disco, si cabe, porque se acompaña de tres músicos excelentes: Hernández, guitarra eléctrica y ukelele; Luis Brea, acústica, xilófono, teclados; y Saqués, batería y percusiones. Recordó con nostalgia sus primeros conciertos con Migala en el Nasti, antigua Sala Maravillas, catorce años atrás. Y comentó como uno cree que crece con los años y luego ves que tampoco has cambiado tanto. Su textos en castellano ganan enteros y su voz capta gran densidad, alumbrada por unos magníficos coros (como en “Llama, carbón, nube”). Letras que parecen recoger la literatura de Borges, cierto realismo mágico, con múltiples metáforas que embellecen los versos. Unos coros excelentes que consiguen que la canción resuene en nuestro eco auditivo. Retrata las crisis personales, de una época de lucha y derrotas en “Quebradizo y transparente”, y con versos llenos de fuerza: “Cada día nace el rock / en sus ojos de nieve (..) Qué extraño estar precisamente así /Cuando todo es como hielo / Quebradizo y transparente”.
Empezó tocando de seguido por orden las seis canciones de su último disco (del que tocó las diez piezas) para intercalar con canciones del pasado, una elegante “Los besos” titulada anteriormente “El vals de los besos” incluida en ‘Las otras vidas’ (Acuarela, 2007), y dejando un poco de lado sus dos primeros Eps ‘Canciones gringas’ (Acuarela, 2006) y de ‘La piel del oso’ (Acuarela, 2005). La banda concentrada, resuelta y vibrante, Abel con los ojos cerrados se metía en su papel de trovador desde la lontananza, desde las tinieblas, con ese estilo barroco y tan jugoso en canciones tan bizarras como apabullantes como “Balada, baladí”, primer videoclip del disco. Y es que El Hijo en directo capta la intensidad de sus canciones y las multiplica, esperemos que su bolo en el FIB sirva para que los güiris descubran las grandes dimensiones musicales de nuestro país. Porque esta ‘Madrileña’ nos encanta, es maja, tímida pero encantadora, risueña y reservada, con una mirada radiante. Orgullo castizo, oigan. Y eso que no es un disco conceptual entorno a la ciudad de Madrid, más bien se coló de manera fortuita, porque Madrid reside en El Hijo. Canciones magníficas como “Por si Charlie Pace no pudo acabarla”. Un público entregado disfrutó de esas estampas tan particulares, entre ellos se veía a alguno que se conocía hasta las letras. Jesús Llorente, el dueño de Acuarela pasándolo en grande, el líder de Barzin siguiendo atentamente. Y es que fue un concierto entrañable cercano, donde El Hijo, Abel y su trío apuntan bien alto.
Texto: Andrés Castaño / Fotos: Roberto Steck-Ibarra