“Los” Dictators, ahora sufijados por NYC por temas legales, siempre han sido y serán los embajadores de la felicidad y el buen rollo. Liderados por “don’t call me” Handsome “don’t ever call me” Dick “call me” Manitoba, interpretan un set list muy ajustado, donde podrían incluir muchos más temas de su breve discografía. Entre canción y canción el reverendo Manitoba sermonea a sus fieles con el mensaje del rock and roll y lleva en volandas a 350 personas hacia el éxtasis.
Míticos guitarristas en los flancos, Ross The Boss -también fundador de Manowar- y Daniel Rey, “un tipo que ha compuesto canciones con Joey Ramone”, hacen de la simplicidad un arma letal. JP Patterson, dictador desde los 90, lleva el ritmo y Dean Rispler -con una mirada perdida tan demoníaca como su camiseta de Venom- al bajo completan la formación.
Siempre incluyeron versiones en sus discos, y en directo ejecutan American Beat de Fleshtones, Slow Death de Flamin’ Groovies o el cierre con California Sun y Kick Out The Jams, que hasta parecen complejas en comparación con las genuinas píldoras dictatoriales del (tan ramoniano) menos es más.
El resto es historia del punk-rock, acordes contados y coros hechos para gritar: The Next Big Thing, Who Will Save Rock and Roll?, Stay With Me, Two Tub Man. Felicidad empaquetada en cómodas porciones de 3 minutos. Dictators forever. Forever Dictators.
Crónica publicada también en Sólo Rock