La conjunción de una banda técnicamente impecable, con un envidiable equilibrio entre instrumentos, y una nueva cantante, Maika Sitte, que puede presumir de una potencia vocal fuera de lo común además de la innegable capacidad de mover a su público objetivo, ha llevado a los madrileños Freedonia a cosechar un éxito inalcanzable para la mayoría de los grupos de este país.
Con su sabia y amable mezcla de soul y funk han logrado lo imposible: poner de acuerdo a espectadores a priori poco dados a la pasión del directo para acudir en masa a sus actuaciones, con notables llenos y entradas agotadas a lo largo de su inagotable gira, en la que siguen presentando su homónimo “Freedonia”. No lograron el mismo poder de convocatoria en su paso por el Auditorio del Ágora de A Coruña; pese a lo magnífico del recinto, su garantizada buena acústica y el interés que los medios de comunicación parecían haber creado, la noche se saldó con apenas dos tercios del aforo ocupados.
La velada transcurrió con la precisión de un reloj suizo. La depurada técnica de los nueve músicos que componen la banda, su estudiada representación escénica y la astucia con la que seleccionan temas nuevos y clásicos populares que permitan a su público sentirse cómodo y en terreno conocido, abundan en su previsiblemente creciente éxito. En su contra hay que señalar que Sitte carece de matices en su interpretación. Exhibe sin pudor ni mesura su enorme potencia vocal, una fuerza que se muestra excesiva cuando se trata de reflejar estados de ánimo más sutiles, como en las a priori desgarradoras “What a Day” o “Heaven Bells”, en las que hubiera sido deseable una mayor implicación emocional o, al menos, una cierta contención, por técnica que ésta fuera.
Esto aparte, lo cierto es que maneja bien el contacto con un público predispuesto a cumplir con el ritual, que acabó superando la frialdad de un entorno solemne, bailando a petición de la rotunda vocalista y jaleando tanto a la formación madrileña como al saxofonista local Pablo Añón, invitado especial de la banda y que nos regaló uno de los mejores solos de la noche.
En resumen: un grupo solvente, gélidamente preciso, que está llamado a conquistar las mieles del éxito mainstream pero que, salvo providencial caída del caballo, necesitarían regresar a la calidez vocal de su anterior frontwoman, Aurora García, que dejó la formación a mediados de este año, para ir más allá.
Texto y foto: Almudena Eced
Freedonia — Ãgora, A Coruña — 26/10/134 thoughts on “”
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