Estando como está el patio, cada día más saturado de impostores subiéndose al carro de la moda de turno y pijas recicladas con ínfulas de pin up que se quedan con las formas y ni se enteran del fondo, habría que empezar a discriminar seriamente el grano de la paja, que aquí ya se llama rockabilly, horrorpunk, surf o psychobilly a cualquier cosa y hay alguno que, más que gato por liebre, lo que empieza a dar es vergüenza ajena. Afortunadamente, no es este ni mucho menos el caso de Messer Chups, trío de San Petesburgo al que las calaveras y la piel de leopardo no parecen apretarle tanto como para ahogar su talento y su solvencia instrumental, permitiéndoles canalizar sus obsesiones por todo lo que huela a subcultura poniendo su bizarra imaginería de horror y serie B (recurrente, pero siempre efectiva) al servicio de las canciones y no al revés, sin caer en la tentación de quedarse en el envoltorio y olvidar que lo realmente importante va dentro de él.
Adornan su prolífica discografía y su correspondiente traslación al directo espectrales postales retrofuturistas en las que surf, horror lounge y psycho fuzz borbotean entre guiños a Dick Dale, Link Wray, The Trashmen o Ventures, diálogos de ignotas películas de terror, hiperespaciales reinterpretaciones de populares sintonías y bandas sonoras (The Munsters, James Bond, Twin Peaks) o merecidos homenajes a Kraftwerk, todo ello guiado por la excelente digitación de un Oleg Gitarkin que carga sobre sus espaldas casi todo el peso de una función quizás algo lineal en determinados momentos, pero siempre protagonizada por una inmaculada caligrafía sonora.
Discurre todo, sin embargo, con una extremada frialdad que, aun siendo reconocida y reconocible parte de su idiosincrasia, se antoja excesiva en muchas fases del show, dificultando sobremanera cualquier tipo de conexión o empatía con el público y alcanzado puntos en los que acaba por no distinguirse lo que es pose buscada, pura fachada o indisimulada desgana. Venir del frío no obliga a serlo en semejante medida, y no sería mala noticia que al dúo titular se le fuese pegando algo del brío y la energía que aporta el nuevo batería Dennis Messer. Al fin y al cabo, si tu rollo es ir de chupasangres, no estaría de más que se intuyese algo de ella en tus venas…
Texto y Fotos: Raúl Ranz