Fueron sus dos únicas palabras pero os aseguro que no paró de decir cosas en toda la velada porque si esa guitarra y esas manos no hablan, por lo menos yo diría que bailan, que lloran, que se enfadan, que susurran…que emocionan al fin y al cabo. Qué pedazo de artista señores.
Esa guitarra sale al escenario ella solita, con un hombre que dice llamarse Paco de Lucía que la sostiene. Se acomoda, cierra los ojos y se pone a hablar, y ves que las notas tienen todas sentido pero no eres capaz de averiguar por qué, de averiguar cómo lo hace…porque es verdad que la técnica es sublime, de otra galaxia pero al fin y al cabo la técnica se adquiere; pero es que lo que sale de esa guitarra no se aprende por muchos años de práctica que uno lleve a cuestas. Es especial, es Paco de Lucía.
Con la bulería como palo dominante durante la mayor parte del concierto y con un repertorio muy basado en su último trabajo discográfico “Cositas Buenas” (2003), Paco de Lucía ofreció a los más de 2.500 espectadores que abarrotaban las gradas un espectáculo de flamenco “total”. No se crean que este hombre escatima en el talento que contrata para sus giras. “El Piraña”, soberbio con la percusión, Alain Pérez espectacular al bajo, un buen cantaor, David de Jacoba, y otro aún mejor, Duquende…qué pena que vaya a tener que vivir toda la vida con la comparación odiosa de su timbre y el de Camarón de la Isla. Uno es uno y el otro es mucho otro. Y si Paco toca, el niño Josele también, uno de los momentos más aplaudidos por el respetable fue la parte en que tanto Paco como él decidieron hacer sonar sus guitarras al unísono para rematar la tanda de solos que sirvieron de presentación de la banda. Mención especial hay que hacer a ese “elemento extraño” dentro del mundo del flamenco que es Antonio Serrano. Si te dicen que una armónica va a quedar así de bonita haciendo las falsetas de una bulería no te lo crees, tienes que escucharlo, increíble el arte que derrocha este músico entre respiraciones entrecortadas.
Con tanto arsenal encima del escenario la banda llegó al que sería fin de la primera parte del concierto y a uno le parecía que se acababa de sentar en la butaca. Para terminar este primer acto ya se contaban los siete músicos encima del escenario y además se les sumó “El Farruco”, no confundir con su hermano mayor “Farruquito”, pero con el que tiene en común mucho más que los apellidos. Pocas cosas hay en el mundo del arte tan atractivas como ver un a un buen bailaor encima de un escenario sintiéndose artista, “El Farruco” consiguió levantar una enorme ovación de la grada al mostrarnos por primera vez en el espectáculo todo su talento bailando.
La segunda parte, con la banda al completo en el escenario de principio a fin, se hizo más corta que la primera si cabe, por eso cuando todo el mundo pedía a gritos el ansiado bis de “Entre dos aguas” a mi lo que me apetecía era que empezase el concierto otra vez desde el principio…a ver si esta vez podía enterarme yo de dónde salían esas dichosas notas que todas juntitas hacen de este artista un artista único, inigualable e irrepetible. Qué suerte haber podido ver y escuchar en directo a Paco de Lucía. Qué suerte.
Texto: Miguel Ángel Ariza