Costello sabe codearse con músicos de primera línea y es que el sexteto que compone The Sugarcanes (podría pasar como un manjar musical de primer orden. Su concierto en Madrid fue magnífico, hora y media magistral, que acabó con todo el mundo en pie rindiéndose ante lo evidente.
The Sugarcanes son una banda de acompañamiento de lujo, brillante, que da otra nueva capa, embelleciendo si cabe aún más las canciones de Costello. No hay percusión, reducen la esencia del repertorio a las formaciones del bluegrass y del hillbilly. Un sexteto formado por dobro (una especie de pedal steel guitar que se toca de pie), violín, acordeón, acústica, eléctrica y contrabajo.
Desde un primer momento la intensidad fue emocionante. Consiguió conectar con el público a base de tocar la fibra con composiciones que arrancan de lo acústico, de las raíces emocionantes del blues, del folk y que dotan a sus composiciones de un carácter cercano, campestre. A pesar de que su disco ‘Secret, profane and sugarcane’ (2009) no es de lo mejor de su carrera, con altibajos. Para su concierto de Madrid actualizó y adaptó sus canciones al formato de The Sugarcanes y supo extraer lo mejor de sus últimas composiciones.
Revisó clásicos de ‘My aim is true’ (1979) como “Alison”, “(The angels gonna wear my) Red shoes” o “Blame it on Cain”. O esa joya que es “New Amsterdam” de ‘Get happy’ (1980). Versionó a The Beatles con un mágico “You got to hide your love away” e incluso a los Grateful Dead. Tocó una canción nueva deliciosa, “Jimmy standing in the rain”. En definitiva, una noche mágica con un maestro de ceremonias apabullante, que contó multitud de anécdotas sobre la vida, la música, la familia y los entresijos de la vida de un músico (en un festival, gira, tocando para otros). Deslumbró sin necesidad de quitarse el sombrero, arropado por unos Sugarcanes impresionantes. Una estrella sin parangón.
Texto: Andrés Castaño