El tercer álbum de Chris Robinson y sus Brotherhood llega con muchas expectativas. Pero no porque los anteriores hubieran sido trabajos a tener en cuenta, sino porque con su trayectoria en The Black Crowes muchos esperamos que vuelva a grabar un disco que esté a la altura de aquellos que grabó con su hermano.
Phosphorescent Harvest se sustenta en gran medida sobre el trabajo de Adam MacDougall y su completo arsenal de teclados, clavicordios, sintetizadores y hammonds. Más allá de eso el resultado es demasiado similar a lo que ya nos mostraron en Big Moon Ritual y The Magic Door: folk, rock y funk muy templado en la línea de The Grateful Dead. Con algunas honrosas excepciones, como Badlands Here We Come o Jump The Turnstiles, el disco se queda lamentablemente a medio camino, sin llegar a despegar completamente.
Texto: Juan Manuel Vilches