Sí señores, se ha consolidado. Muchos no daban un duro por ella, pero finalmente Lana del Rey ya tiene un hueco en el olimpo de las grandes figuras musicales del siglo XXI. Y lo ha hecho con este Ultraviolence, un disco que puede que no se mantenga tanto en las listas como el anterior, ni que sus singles sean los más radiados, pero su supuesta condición de flor de un día ha quedado atrás. Su debut, sin ser un desastre, adolecía de cierta monotonía y descompensación entre hits y relleno. Este nuevo largo no necesita de más escuchas para comprobar si cuenta con temas con la pegada de “Bort to die” o “Blue jeans”, porque no los tiene, ya que Lana no ha buscado una fórmula descaradamente pop y facilona, aunque tampoco se trata de un álbum complicado, pero sí espeso y de recomendable escucha atenta.
Incluso la imagen ya no tiene el peso de antaño, por lo que la trampa (en la que muchos caímos) de basar parte de su encanto en este aspecto ya no eclipsa a la música. Sigue, como complemento, pero la protagonista es ella como artista músical, no a través de un filtro vintage y con flores en la cabeza. Incluso se ha permitido el lujo de contar con la producción de Dan Auerbach de The Black Keys, que aunque no tan sucia como ella aboga en las entrevistas, no resulta tan engalanada y pomposa como en el debut. Aquí aparecen influencias de los sesenta y setenta, más que en su predecesor, y eso que la estética de esta etapa hacía más hincapié en décadas pasadas. Además encontramos un mayor eclecticismo sonoro, dentro de que todo el disco mantiene un tono similar, pero sin duda hay muchos matices que descubrir.
“Cruel world” abre el disco y sorprende de principio a fin, gracias a una Lana desbocada vocalmente y una producción que se desmarca del resto de cortes, en un conjunto visceral, apasionado, hasta emotivo (aunque la letra hable de asesinatos y excesos). Una increíble carta de presentación que en el siguiente tema toma un cauce más predecible, que no por ello peor. Así, “Ultraviolence”, la canción, habla sobre los amores extremos (lo que le gusta a la chica), y a pesar del titulo y temática rezuma elegancia y buen gusto. “Shades of cool” hace gala de un aire psicodélico muy favorecedor, y la enardecedora guitarra del final no tiene pérdida, mientras que “Brooklyn baby” invoca a “Summertime sadness” en cierto pasajes melódicos, y supone en notable homenajea la memoria de Lou Reed (le menciona en la letra y según ella iban a interpretarla juntos el día de su muerte).
El single “West coast” gana enteros situada entre todo el cancionero, y sus chocantes cambios de ritmo y tono embelesa, aunque se podía ahorrar las líneas en español, como también sucede con el tema titular (aparte de que no se la entiende si no lo lees). “Fucked my way up to the top”, dedicada tanto a su ex novio como a Lorde, que se metió con Lana hace un tiempo, en realidad podría ser de la neozelandesa ya que es de lo poco que mantiene cierto halo r’n’b del debut y el estribillo tampoco se aleja demasiado del estilo de la otra. Parece que Lana le está diciendo: “Yo llegué antes, monada”. Hablando de temáticas, las que tratan sobre su adicción por el chico malo y el poder hay veces que se repiten y no convencen del todo, como en “Money power glory”; sin embargo su morriña por un pasado mejor, como en “Old money”, alcanza cotas de emoción difíciles de superar.
En el fondo sigue jugando con parte de las cartas con las que nos ganó en 2012, pero ahora ya nos las sabemos todas, y si el producto final no estaba a la altura se lo iba a comer con patatas. Por suerte no ha sido así, y despacha un disco sólido, con algún lapsus, pero adictivo y que cala como muchos nunca pudieron imaginar. Estamos ante toda una experiencia que incluso los bonus tracks, que suelen responder a una estrategia comercial que regala naderías, están igual de cuidados que el resto del conjunto (en algún caso hasta más). No se trata de un trabajo que pretenda aprovechar el éxito del primero, sino que extiende su propio universo otorgando nuevos matices pero manteniendo la esencia que la ha convertido en el icono que es.
Si queréis disfrutar de Lana del Rey en directo no os podéis perder la única cita de la artista en España en Vida Festival, un evento del podéis conocer más aquí.
dyorch