Roskilde es uno de los festivales más importantes y con más solera del viejo continente. Año tras año se ha convertido casi en un ritual, da igual quién toque, quién acuda, Roskilde te llama por si mismo, sabes que nunca defrauda, y encima esta vez era uno de los pocos lugares donde ver a los Rolling Stones y a Stevie Wonder.
El tiempo acompañaba, y eso siempre es fundamental en un festival, y tras recoger acreditaciones, acampar y ponernos el “pack festivalero”, nos decidimos a entrar en el recinto para disfrutar de la primera jornada del festival.
Jueves:
Quedaba claro que la jornada del jueves estaba marcada por el plato fuerte de los Rolling Stones, pero Roskilde ofrece mucho más desde la primera actuación del primer día. Y lo difícil es escoger, pues sólo el jueves había 20 conciertos repartidos en 5 escenarios, y era el día de menos conciertos…
Nosotros encontramos el aperitivo perfecto en Future of the Left con su mezcla de rock y punk, su actitud rockera y desafiante por momentos, y sobre todo su buena música. Además pudimos no menos que sorprendernos con Barmer Boys, el trío de músicos indios que puso en pie el escenario Gloria a base de ritmos y danzas propias de las orillas del Ganges. Y tras el eclecticismo de Liars y el heavy clásico de Bombus, todo estaba preparado para ver a los Rolling Stones.
Cien mil almas nos juntamos para ver a los viejos rockeros. Últimamente es hasta complicado verles, pocas actuaciones, precios que no acompañan lo más mínimo, y sold-out en minutos, hace de su cita algo histórico. Todo hacía presagiar que el momento de forma era mucho mejor que el de la última gira que pasó por España, si la de los cocoteros, y eso se vio desde el primer acorde, con unos Stones sin la atadura del escenario de su gira, sin tener que pensar que en la quinta canción sale una lengua, en la octava llamaradas, en la doceava fuegos artificiales. Se les veía más como una banda cercana, con sus risas, sus improvisaciones y sobre todo su buen hacer. Fue un concierto salpicado por temas memorables, Jumpin’ Jack Flash, Let’s Spend the Night Together, It’s Only Rock ‘n’ Roll (But I Like It), Tumbling Dice, Wild Horses…
Desde luego a nadie le dejo indiferente, era el colofón perfecto a una primera jornada en la que las expectativas se habían puesto por las nubes, y eso que el festival no había hecho nada más que comenzar.
Viernes:
Era el día que empezaba el festival como tal, con las típicas jornadas maratonianas de 12 de la mañana a 3 de la madrugada, con más de 40 conciertos salpicados a lo largo del día, y con hordas de gente ocupando el recinto desde primeras horas de la mañana. Es bastante curioso comenzar la jornada viendo al atronador Philip H. Anselmo & The Illegals en un escenario antes más de veinte mil personas dándolo todo. El miembro de Down estuvo más risueño que de costumbre, muy activo con el público y se marcó un conciertazo de los más “brutos” del festival. Pero no todo es metal en Roskilde y Aoife O’Donovan con su buen hacer, su voz privilegiada y sus toques de folk, nos lo dejó bastante claro.
Pero más claro nos dejó Les Claypool’s Duo de Twang, ante un escenario Avalon hasta los topes, de que la nueva propuesta del miembro de Primus es de las que no hay que dejar pasar de largo. Country del bueno, duro, directo, del de la botella de bourbon a palo seco, por vena y en altas dosis. Uno de los bolos del festival sin lugar a dudas.Y le tocaba el turno de los alemanes Seed en el escenario Orange. Cinco de la tarde y aquello estaba ya a reventar, ambientazo para ver los ritmos raperos y divertidos de estos más de diez músicos sobre el escenario. Trompetas y tambores acompañaban sus temas más bailongos. Gustaron un rato entre los asistentes.
A continuación y sin descanso una de las apuestas más sorprendentes del festival, Black Pus. Al frente y cómo único espada Brian Chippendale, subido en su batería, con multitud de pedales, distorsiones y efectos. Era el momento de uno de los conciertos de metal más importantes de esta edición, los californianos Deftones salieron a darlo todo con un repertorio salpicado de temazos de sus primeros trabajos (Diamond Eyes, Poltergeist, Rosemary, 7 words).
Pero todavía quedaba por llegar uno de los mejores conciertos del festival, a nuestro parecer, The Ocean. Los germanos se marcaron un show sincero, dejando claro de que van. Sonidos metálicos, progresivos y muy, muy rockeros, engancharon a una audiencia que abarrotaba el escenario Avalon. Estábamos ante un día de esos que vas enganchando un bolo tras otro, y no sale un bolo malo, y es que lo siguiente que tocaba era nada más y nada menos que Rob Zombie, Darkside, Mogwai y Future Islands.
Rob Zombie se metió en el bolsillo el escenario principal, con un set list repleto de grandes éxitos (Supebeast, Living Dead Girl, Dragula), concierto perfecto para un festival. Su parafernalia era la esperada, pero su música resaltó por encima de ella. Darkside dio otro de los conciertos interesantes del Roskilde. Envueltos en una atmósfera íntima, rodeados de humo, prácticamente sin verles, consiguieron aunar música y ambiente, con unos sonidos que recordaban en muchos de sus temas a Pink Floyd. Mogwai se llevaron el gato al agua con el público menos metalero, abarrotando el escenario Arena con su sonido íntimo, lleno de riffs y de melodías interminables.
Y cómo fin de fiesta para este día decidimos irnos a ver a Future Islands, ganó en nuestra elección a Trentemoller, pero es que perderse la actuación de su frontman Samuel T.Herring, con un pop que por momentos recuerda al mejor Morrissey o incluso Henry Rollins, sería un pecado. Por cierto, este tío ha visto más de un concierto del gran Raphael fijo. Y eran ya más de las 3 de la mañana cuando con la música de los colombianos La Chiva Gantiva de fondo, nos retiramos a descansar un poquito, que todavía nos quedaban dos jornadas maratonianas por disfrutar.
Arctic Monkeys
Sábado:
Y llegó el fin de semana, esto es un no parar, y para comenzar con buen ritmo, decidimos acercarnos a ver a los raperos World’s Fair en el escenario Pavilion. Y no nos equivocamos, pues montaron un fiestón a la una de la tarde de los de recordar por mucho tiempo. Acabando el concierto con los miembros del grupo bajándose a bailotear y saltar con el público. También tuvimos tiempo para ver la interesante propuesta de Fire! Orchestra, con varios vocalistas, sección de viento, grupo de jazz, coro, todo a la vez sobre un escenario que se hacía pequeño ante tal virtuosismo sonoro.
Y llegó el momento de otro de los descubrimientos de este año, el duelo entre los daneses Helhorse vs The Psyke Project. Dos bandas nórdicas que se fueron entremezclando, llegando a tocar algunos temas todos juntos, cuatro guitarras, dos bajos, tres voces, dos baterías, una auténtica locura. Metal y heavy en vena para vitaminarse y mineralizarse para el resto de la jornada.
Cambio de registro en el escenario principal, era el turno de Manu Chao. Que con sus ritmos “bailongos” logró lo imposible, hacer que toda la fría audiencia nórdica se pusiera a bailar. Dos horas de tema tras tema, enlazando unos con otros, sin apenas descanso. Mucho mejor de lo esperado.
Y de aquí enlazamos con Arctic Monkeys. La verdad que si no tienes ni idea de este grupo y ves las pintas que llevan a lo “cry baby” te plantas allí cómo un campeón a disfrutarlo, pero ya te digo yo que a los diez minutos te vas a ver a Interpol que esos no fallan. Y así fue, dicho y hecho, los guitarreros estadounidenses se ganaron al público, creando esa atmosfera tan suya y tan difícil de conseguir. Destacaron Say hello to the Angels, Narc, Slow Hands. Por cierto, el sábado nos acercamos hasta el escenario Apollo para escuchar los ritmos árabes de Omar Suleyman, que hay que poner un toque de exotismo a la crónica.
Domingo:
Última jornada del festival. Pies y cuerpo reventados, literal. Pero con las mismas ganas que el primer día, y con grandes expectativas para la jornada dominical. Empezamos con Skambankt, una de las mejores bandas de hard rock nórdicas. Doce de la mañana, escenario Avalon lleno de seguidores y curiosos que se acercaban al escuchar el buen hacer de los noruegos. Puesta en escena brutal, y música que esperemos traspase frontera, porque se lo merecen.
El momento “duro” del día llegó de la mano de Carcass. Podemos resumir su concierto con una sola palabra, contundente. Y lo mejor fue la sugerencia que nos dio su cantante, “mucho sonido british hoy, no os perdáis al gran Stevie Wonder. Y siguiendo su consejo, así hicimos, pasando de puntillas por los bolos de la atractiva Ema, la extraña Juana Molina o incluso los aclamados Kasabian. Para coger buen sitio y disfrutar de la leyenda viva de la música.
Con quince minutos de retraso salió Stevie Wonder a escena acompañado de una banda de bandera, de esas que hoy en día puedes contar con los dedos de la mano. Un público entregado no dejó de aplaudir y de corear sus temas desde el principio del concierto, con un Stevie que hacía continuos guiños a la audiencia, jugando con el público, y sobre todo, regalándonos un set-list lleno de clásicos y de un virtuosismo, difícil de imaginar con su edad (As If You Read My Mind, Living For The City, Superstition, I Just Called To Say I Love You, Another Star…)
¿Y qué mejor fin de fiesta que Jack White? Brutal, rock puro, guitarras impresionantes, este tío es uno de esos tocados con la varita. Consiguió que la gente después del éxito conseguido por Stevie Wonder no solo no abandonara el festival, sino que disfrutaran cómo enanos. Temas más intimistas, junto a temas comerciales, lograron la unión perfecta para el buen discurrir del concierto.
Pocos peros se le puede poner al festival, todo muy bien organizado, sitios para comer de sobra, bien de precio, buenos servicios, accesos, lugares amplios, pero… es una pena que tengan un escenario sobre una gravera, eso es fácilmente solucionable. Nos vemos el año que viene de nuevo en tierras danesas.