Hubo un día en el que era pinchar “The Shape of Punk to Come” de Refused y conceptos como la actitud y la dignidad cobraban vida delante de ti. De eso ya hace tiempo, claro. Todo empezó hace tres lustros, cuando decidieron dar carpetazo e irse como una banda de culto con alegatos como este:
“Nos vamos porque las canciones, cultura e ideas se convierten en productos pensados para ser vendidos (y de paso exigimos a los periódicos que quemen todas nuestras fotos para no mitificarnos)”
Pero entonces les pusieron delante un cheque de seis cifras. No seamos tan cabezones, pensaron. Disfrutemos de la gloria que se nos negó en los noventa. Entonces dijeron esto:
“Vamos a hacerlo, por última vez. Nunca se hizo justicia cuando salió The Shape Of Punk To Come, estábamos demasiado ocupados con discusiones internas como para centrarnos en el trabajo.”
Pues nada, a lo loco. Del Coachella al Primavera, pasando por los late nights y un chorreo de champán. Aquí les vimos en la posterior gira y salimos de la sala con una sensación agridulce. Qué buen concierto, pero que vacío al mismo tiempo. El hype voló demasiado alto. Un último chou en su ciudad natal y un último comunicado:
“El hacha está enterrada, 1998 ya no es un recuerdo tan terrible para nosotros. Nos vamos a casa. Y lo hacemos con estilo”
Ahora sí, Refused are fucking dead. Los cojones. Dos años han tardado en volver otra vez. En esta ocasión sin comunicado mediante, logicamente. Ya no hay nada más que decir. Tocan y cobran. Y nada más. Sus próximas fechas, el Groezrock, el Reading y un festi en Canadá. Vendrán más, claro. Seguro que ya están tanteándoles desde el Resurrection. En fin, a ver si por lo menos este 2015 Dennis cierra su bocaza para siempre. Salvo para cantar, claro.