Todo lo que tiene que decir ya lo ha dicho con canciones. Ninguna entrevista, ni las charlas más largas del mundo, ni mil artículos de renombre podrán expresar lo que René Pérez, alias Residente, acierta a decir con su música. Es su hábitat natural. Pura escritura constante. (Y sí, realmente le encantaría renegar de todo lo que el éxito conlleva.)
Triunfa en la vida pero no acaba de gustarle. Triunfa en la industria, pero no acaba de entenderla. René Pérez es como esos raros genios que, consciente o inconscientemente, saben cómo desenvolverse con soltura por la vida, pero no terminan de apreciar todo el ruido que han montado.
Cuando quedamos para entrevistarle, nos encontramos con un artista lúcido, sincero y bastante hiperactivo. Las preguntas largas le distraen (o le aburren soberanamente), pero eso sí: cuando una idea le seduce se queda dándole vueltas, la desgrana, regalando palabras que son una lección tras otra sin que siquiera lo sepa.
Parece más canalla que profesor de moralina, más de bares que de libros, más de vomitar tras una noche de juerga que letras en ningún examen. Residente, sin saberlo, está urdiendo su propia revolución. Símbolo, héroe y músico, ha compuesto canciones que son himnos para un continente entero, ha desafiado la concepción de la palabra éxito con sus primeros temas de reaggetón, ha hecho reflexionar a mentes de todo el mundo. Y sin apenas inmutarse.
Os contamos cómo fue nuestra charla:
ENTREVISTA RESIDENTE
En los últimos años no sólo has compuesto canciones, sino que has publicado documentales, dirigido videoclips, dado charlas por distintos países…¿en qué momento la música se te quedó corta para expresar todo lo que necesitas?
No sentí en ningún momento que la música se me quedase corta, sino que existían medios que me ayudaban a expresarme de otras formas, y otras cosas, que no podía con música. En la escuela de arte de Puerto Pic estudié cine, arte, animación, 2D, dibujo…Me encantan, y estaba loco por trabajar con eso. Pero no es que me faltasen medios: con la música puedo decirlo todo. Pero con el cine, se complementan.Â
Y hoy en día, sin un video la canción casi no existe, sobre todo para los chamaquitos. Yo escucho música que ni sé cómo se ve el cantante del grupo… pero no es así para todo el mundo.
En tu último disco, Residente, hacías un descubrimiento humano, político y musical siguiendo la estela de tu propio ADN a través de los continentes. ¿Cuánto se puede saber de un pueblo a través de su música?
Todo. La música de un pueblo es como el idioma de un país. Te cuenta mucho de su cultura, es parte de su ADN. De cuando estaba visitando todos estos lugares para hacer el disco, me di cuenta de cuán similares podíamos ser entre nosotros…En mi caso, descubrí que en Puerto Rico usamos la misma clave rítmica que países como Ghana o Benín (África). Con la música, además, te vas enterando también de la misma historia de un país. Cuando estaba en Osetia conocí su percusión: era bastante fuerte, casi como para entrar a pelear en una guerra, en la antigüedad hacían eso, usaban los tambores para motivarse para pelar. Es lo que sientes al escucharlos tocar sus tambores.
¿Cuándo te sientes realmente realizado como artista?
Yo me siento cabrón cuando estoy en la labor de componer y crear, es lo que me gusta más de todo. Todo lo que tiene que ver con el arte. Si yo pudiera escribir y ya, y hacer lo que me gusta, me quedaría con ello. Quizás me gusta también presentarme en vivo y enfrentarme al público , disfrutar con él. No me gusta todo lo demás. Todo esto [entrevistas], todos los viajes, los aviones (me incomoda mucho), la gente, las fotos, tener que decir que no… todo lo que hay alrededor me pone tenso. Sé que la promoción es fundamental y tengo que hacerla.
Pero si me dijeran que puedo lograr lo mismo sin toda la promoción… no la haría.
¿Se te hace un poco cuesta arriba la fama?
Sí, aunque yo no me considero famoso, aunque sea conocido y la gente me vea así. Ni siquiera pienso mucho en eso. Pienso en escribir. Y en qué cosas puedo hacer para que lo que hago sea mejor, para que el concierto sea mejor. Me afecta un poco lo que te deja eso al final a veces: por un lado me deja cosas sobresalientes, como ser amigo de Alejandro Iñarritu, de gente que admiro, pero también te deja todo lo demás: presentarte a un concierto gigante y luego llegar al hotel y estar solo ahí, no salir porque me van a reconocer en cualquier lugar que vaya…cosas así, que es como que preferiría que no existieran….pero bueno, son parte de todo esto.
En tus canciones y videoclips se destila una clara influencia del realismo mágico. ¿Es importante para ti?
Sí, uso bastante el realismo mágico, y es algo que yo creo que nace desde la Escuela de Arte. Además, creo que también vivimos en un mundo en el que el realismo mágico está latiendo constantemente, (y Puerto Rico parece en sí una isla de realismo mágico, porque pasan unas cosas que yo no me explico cómo carajo pasan). Eso me motiva.
De libros yo tengo a Galeano como referente, con el que he leído las pocas cosas que he leído. Pero no he leído tanto. Mucha gente cree que leo un montón de libros, pero en realidad no es así. Leo un montón, sí, pero de información, corta, puedo leer veinte páginas de algo pero después paro, porque con el déficit de atención no puedo centrarme en un libro de 300 paginas, me despisto.Â
Lo que sí que hago todo el tiempo es escribir. Escribo constantemente. Y hablo con la gente. Prefiero, antes de leerme un libro, salir a dar una vuelta por ahí, emborracharme, vomitar como el otro día, perder el tren por eso, conocer gente porque perdí el tren, tomar el tren de nuevo, llegar tarde a donde tenía que llegar, y tener toda una historia nueva.
De todos modos, los libros son fundamentales. Lo que pasa es que a mí por ejemplo solo me funcionan las historias cortas, por eso me gusta tanto Galeano, porque son cuentos de tres páginas.
Me da la sensación de que te preocupas mucho de la información que les llega a los niños.
Los niños hoy en día viven en un mundo bien rápido, donde la información llega y se va a la misma velocidad. Todo es rápido y no siempre lo entendemos. Como los youtubers: no lo entiendo y no me gusta, no me dan gracia. Pero a los chamaquitos les gusta, y uno tiene que educarse: ¿por qué funciona? ¿Por qué gustan tanto? Es por lo mismo, por la velocidad: no pierden tiempo, no terminan una oración y ya están haciendo una mueca…y así funciona todo. Tiras la música y funciona y a los dos meses ya está pasada. Haces otra canción y pasa lo mismo. Y sigue, y sigue, todo el mundo está así, toda la industria funciona así. La disquera, Google, Youtube…tienes que entrar rápido, buscar tu hueco para entrar, se generan dos millones de visitas en 24 horas…¿por qué esta desesperación? ¿Ese volumen?Â
Entonces…¿sabes qué? Esta gente que se quede dando vueltas, y yo hago lo mío. Al final creo mi mundo donde llamo la atención de esta gente que está acá. Porque tratar de entrar a una velocidad que no es la tuya no funciona.
El vídeo donde destrozabas tu Maserati se convirtió en todo un símbolo. Cada uno lo interpretará como quiera, pero hay un innegable matiz anticapitalista, anticonsumista, redentor. ¿Qué podríamos hacer cada uno para “destrozar nuestro maserati”?
Mira, yo no lo hice tanto con una idea prefijada. Salieron en la prensa y en la tele diciendo que era un acto “antialgo” y “antimilcosas”, pero era bien simple. En ese tema estaba hablando de los tipos que tenían cadenas de oro, swag, armas de fuego, criticando a los que hablan de lo que tengo, y el enseñar todo…y yo me sentí mal. Porque me compré hace años un auto que no uso, cogiendo polvo en casa, donde nadie se monta porque a mi mamá le da vergüenza montarse en ese auto. Y mira: yo no sé de autos, manejo mal, debo ser el segundo que peor maneja si es que hay alguien peor que yo, y no sé de carros deportivos…y dije “voy a lanzar mi cabrón auto”. Agarré el auto y lo lancé.Â
Para mí era un mensaje básico para los chamaquitos. No estaba pensando en sistemas económicos ni políticos, estaba pensando en que en ese barrio estaban acusando a dos chamacos de atracar a un tipo y matarlo meses antes, y el dinero era para comprarse un auto caro. Así que dije: voy a meter ahí todas las pistolas, en mi auto tan caro, y lo voy a tirar todo por el barranco. Y ese mensaje vale todo el dinero del mundo: “mira a este cabrón, a él no le importa una mierda el auto, y hay gente presa, o muriendo por algo que en realidad no importa”. Por eso lo hice, y ahora estoy sin auto, y feliz.Â
——
‘Y así no tengo accidentes, eso que me ahorro a mí y a los demás’. Aclara después, y ríe sencillo.
Ayer mismo, 22 de julio de 2018, René Pérez terminaba su gira por España. Cerró a lo grande en Alcalá la Real, pero también ha puesto patas arriba Cádiz, Valencia, Barcelona, Bilbao, y el Festival Cultura Inquieta de Madrid. Dicen quienes van a sus conciertos que son como debería ser la vida misma: apasionantes, divertidos, sucios y fraternos.
Quizá Residente sólo sea un humanista que quiere hacer cosas buenas. Por los niños, por la música, por la pasión de crear. Supongo que el arte a veces nos da lecciones que ni el artista pretende. Puede que ahí esté el verdadero secreto.