Tras su última visita en La Riviera, Kamasi Washington se presentó en esta ocasión en Madrid en el teatro Coliseum dentro del ciclo 1906: música para una inmensa minoría. Público en butacas para disfrutar de las largas y dinámicas composiciones del angelino, que presentaba su último disco, el doble Heaven And Earth.
En los primeros compases ya pudimos adivinar que serían las teclas funkies y su contrapunto al bajo las que aportarían el sentimiento y la espiritualidad setentera, una clara influencia en toda la obra de Washington. También notamos que los patrones rítmicos siempre son más importantes que las melodías, quizás por ello hay dos baterías que empujan hacia adelante -como locomotoras- unas canciones con arranques tímidos pero que acaban en desarrollos avasalladores.
No se puede entender el éxito actual de Kamasi Washington sin el colectivo West Coast Get Down del que forman parte tanto él como alguno de los presentes: el teclista Brandon Coleman, el contrabajista Miles Mosley, el trombonista Ryan Porter o el batería Tony Austin. Dicha agrupación comenzó con un profesor de música juntando alumnos de los diferentes institutos de las zonas más deprimidas de Los Ángeles para que tocasen jazz. De esas jornadas surgió un estilo libre y sin prejuicios, y aunque estas dos características se suponen inherentes al jazz, en esta ocasión la amplitud de miras ha ido más allá, con todos formados como intérpretes, improvisadores y compositores.
Esta comunidad se ha reunido para grabar los discos de cada integrante, con semanas enteras de sesiones maratonianas, como los seis LPs y cerca de 120 canciones que registraron durante el fructífero diciembre de 2011, incluyendo 45 de las que luego fue Epic, el debut del saxofonista. Estas circunstancias han hecho que su música esté muy pegada a la realidad social de la que forman parte, con las ventajas de ser muy diferentes y a la vez -todos juntos- uno. Una acertada definición de su jazz lo asemeja a una gran autopista donde todos los músicos podrían circular en un único carril. “La diversidad no es algo para ser tolerado sino para ser celebrado” destacó Kamasi.
Cuando se enfrenta a los solos Washington estira cada compás y saca jugo a la expresividad de su saxo, mientras comparte el aura de misticismo de muchos grandes del género, algo que sin duda suma para que su música haya conseguido, pese a su complejidad, conectar con millones de personas. Además de las composiciones del gran hombre, Coleman interpretó su tema Giant Feelings, donde destaca más que nunca la mezcla absoluta de músicas negras, aunque estos jazzeros del siglo XXI, que han cohabitado casi desde el primer día con el éxito rotundo del hip-hop, no sienten diferencias musicales entre estilos, para ellos todo es música negra.
Del éxtasis rítmico que produjo una conversación entre ambas baterías pasamos al arrebato melódico de The Space Travellers Lullaby, con momentos de congelación y calma, apenas sugerencias o breves proposiciones, que preceden a la tormenta para acabar de nuevo en casa. El broche final con Fists Of Fury incluyó bailes lisérgicos, el trombonista y Rickey Washington (flauta, saxo soprano y el padre del robusto líder) grabando vídeos con sus móviles y un alegato final que levantó al público: “We will no longer ask for justice/Instead, we will take our retribution”. Gran finale en la que recordamos las performances de George Clinton con Parliament/Funkadelic y vivimos otra nueva página en la historia de la música.