Ya sea por motivos personales del artista o por temas internos entre promotores, hay músicos a los que es realmente complicado ver actuar en España. Un caso bien claro es el de Robert Plant, que aunque en los últimos años ha girado profusamente por Estados Unidos y europa acompañado de la estrella del country Alison Krauss nunca se dejó ver por estas tierras. Una vez más la historia se repite, y musicópolis se desplazó hasta Noruega para asistir al renacimiento de The Band Of Joy.
Según relata el propio Plant, a finales de los 60 la música que le interesaba tenía raíces en el blues, el folk americano y la psicodelia, y con estos parámetros funcionó brevemente The Band Of Joy hasta que su cantante y su batería John Bonham decidieron unirse a Jimmy Page y John Paul Jones para hacer historia a bordo del zepelín de plomo. Cuarenta años después el inglés vuelve a sus raíces para hacer el disco que le hubiera gustado hacer entonces, sólo que ahora tiene como colaboradores a auténticos pesos pesados de Nashville.
Como telonero contaron con el guitarrista Justin Adams, que ya formó parte de una de las bandas de Plant, The Strange Sensation, y el Gambiano Juldeh Camara, maestro del riti (violín africano de una sola cuerda). Interpretaron música inspirada en la tradición de la áfrica occidental, concitando por parte del público más curiosidad que atención.
Los problemas de sonido, precisamente en la voz de Plant, impidieron un buen comienzo de la noche, y hubo que esperar hasta ‘Please Read the Letter‘ para poder escuchar algo en condiciones. El cantante de Led Zeppelin ha rebuscado para esta aventura entre las canciones menos conocidas de la tradición folk americana, si bien en directo prevalecen las transformaciones vintage de ‘Angel Dance‘ o ‘Satan, Your Kingdom Must Come Down‘ a su trabajo de arqueólogo, dejándose en el vinilo muchas joyas olvidadas.
En bastantes momentos el inglés se escondía en la penumbra para, desde segundo plano, apuntalar sólidas composiciones de sus compañeros Buddy Miller o Patty Griffin con coros y armónica. Mención especial para Darrell Scott, que hace prácticamente de todo, coros, mandolina, guitarra, pedal steel o banjo, aportando matices swamp y desérticos. A cargo de toda la formación por igual llegó el mejor momento de la noche, la despedida con ‘We Bid You Goodnight‘, seis voces a capella trasladándonos de inmediato al viejo sur americano.
Una cuarta parte del repertorio del concierto se compuso de temas de Led Zeppelin, y los resultados no pudieron ser más desiguales, desde una ‘Tangerine‘ incluso mejorada con pedal steel hasta la desdibujada y plomiza ‘Gallows Pole‘, pasando por una inquietante ‘Misty Mountain Hop‘, unos agudos que no lo fueron tanto en ‘Rock and Roll‘ o la marchosa ‘Houses of the Holy‘, con un arreglo magnífico.
Hay quién todavía se espera encontrar al Robert Plant de 1970, pero el hombre que puso la voz al blues rock más potente jamás facturado hoy necesita un atril con todas las letras, unas tesituras cómodas y una banda en la que apoyarse en cada momento. Su presencia, aunque algo dispersa, sigue siendo su mejor virtud, llenando con su voz las historias que siempre quiso cantar.
Texto y fotos: Pointer