No hay nada como desvanecerse una temporada para que una formación incomprendida o infravalorada se convierta poco a poco en un mito. Partiendo de unos inicios grindcore, los americanos Daughters fueron evolucionando al noise rock y facturaron en 2011 S/T, uno de los grandes discos de metal alternativo -eufemismo, quizás, de pijeavy- de lo que llevamos de siglo. Peleas y desencuentros varios llevaron a la desaparición del grupo, y tras siete años de barbecho llegó una nueva grabación que profetiza desde su título: You Won’t Get What You Want, y es que han vuelto con pasajes oscuros, ambientaciones industriales y amplios desarrollos.
Killing Joke y su show de muerte y resurrección sonando minutos antes dejó el contexto perfecto para recibir a los de Providence, que comenzaron arrasando con ‘The Reason They Hate Me’ y ‘The Lords Song’, estallidos de energía no muy alejados de Refused, para llegar al vitoreado ‘Satan in The Wait’, una historia de terror psicológico donde Alexis Marshall exorciza sus demonios rompiendo el pie de micro a golpes, siempre al compás de unos teclados de nana demoníaca.
En contraste, la tempestad originada por ‘Our Queens (One Is Many, Many Are One)’, el shoegaze de ‘The Hit’ y las guitarras apresuradas y afiladísimas de ‘The Virgin’, incursiones en un S/T con poca presencia en el setlist frente a la oscuridad industrial. ‘Long Road, No Turns’ fue el momento para martillear el suelo con el micrófono, retorcerse y autolesionarse sin compasión, mientras que ‘Less Sex’ podría formar parte del The Downward Spiral por tempo, estilo, voz y teclados.
El frontman siguió desgañitándose “Let me in!!” con sus complejas pesadillas en la tétrica ‘Guest House’, mientras el látigo en el que ha convertido su cable de micro restalla con violencia. Final de pánico con ‘Daughter’ y ‘Ocean Song’, que evocan gélidas mansiones de anchos pasillos y cristales golpeados, donde Marshall, con llagas en la frente, peinado de Hewson, hechuras de Gahan y mente torturada, se ahorca con su cinturón, la solución a todos sus males.
Impresionante la escenificación de unas canciones impensables hace años en una banda otrora abonada a la píldora rápida de minuto y medio. Buena entrada en la sala Cool de Madrid, poblada con el fiel público de la escena hardcore, en un concierto organizado por SON Estrella de Galicia.
Abrieron la noche Jeromes Dream, cuarteto que durante 40 minutos se miraron entre ellos y ofrecieron sus temas de estilo emoviolence. Composiciones sin estructura apareente ni tensiones armónicas, con apenas algún sobresalto entre silencios, pero amigos, más volumen no es más potencia. Si con Daughters vivimos una obra maestra de suspense, los teloneros no pasaron de simple película de sustos.