Sonido setentero sin búsquedas de renovación estilística de ningún tipo. Está claro que estos tipos se saben de memoria las discografías de Led Zeppelin, Blind Faith, Cream o Hendrix, dicho en el mejor de los sentidos claro. Además, grabar en los estudios Ardent de Memphis debe ser ya sinónimo de bourbon, barbas larguísimas, sombreros vaqueros, botas de punta y mucho blues-rock del bueno, porque por aquí han pasado Robert Cray, Steve Ray Vaughan, Lynyrd Skynyrd, ZZ Top y B.B. King entre otros muchos nombres célebres.
Sweet Fist tiene un gran comienzo, que ya anticipa lo que vamos a escuchar, con Needle Down y Another Heavy World: riffs secos, una base rítmica lisérgica y actitud a raudales. Flashlight, que cuenta con la tremendamente sexy voz de la bajista Lori Friday, ha sido la elegida como single muy acertadamente, ya que tiene uno de los estribillos más pegadizos del álbum. Posiblemente también la más pop. Pero a partir de aquí se suceden las mejores composiciones: Wave, en un despliegue total de las facultades vocales de Kenny Hohman; Through It Was The End, un medio tiempo folk lleno de slides que no puede faltar en cualquier rockero americano que se precie; y Thorn Tree, arrastrando arpegios a lo más alto y aprovechando los buenos resultados que siempre dan los cortes rítmicos de mano derecha. Encontramos una acertada versión de Carole King, I Feel The Earth Move, a la que le sienta estupendamente la voz de Hohman y con un toque muy Hendrix. Los últimos diez minutos no hacen más que confirmar que esta no es una banda que sólo prepara sus combinados a base escuchar cientos de veces viejas glorias, porque con Devil Song se adentran en terrenos más pausados y en White Bird hasta ellos mismos son conscientes de haber encontrado su propio sonido.
A estas alturas quienes no les conozcan estarán imaginando a estos tres muchachotes en algún estado medio desértico del sur, como Tennessee o Texas, pero no. Curiosamente, son los tres neoyorkinos y para colmo formado a mediados de los 90, en plena decadencia del grunge y auge del nu-metal. Con un par… Y ya para mayor sorpresa del respetable: cuentan incluso desde 2006 con su propio día en su ciudad natal, Troy, el 25 de febrero, declarado “Día de Super 400 en Troy” oficialmente. Desde luego Super 400 han sabido quedarse con la parte más enérgica, dejando de lado el exceso y las pretensiones de muchos grandes de los setenta. Para todos aquellos que pensaban que el orondo e inspirado Warren Haynes era el único que sabía hacer esto bien hoy en día.
Texto: Juan Manuel Vilches