Hay pocos festivales en España en los que el line-up sea lo de menos, pero el Azkena Rock es uno de ellos. Nos pasamos medio año debatiendo sobre posibles confirmaciones, comparándolo con otros festivales o ediciones, ciscándonos en los solapes o las caídas, pero a la hora de la verdad lo único que nos importa es estar. Porque la comunidad, ambiente y contexto del ARF es diferente a todos los demás. Es un festival compuesto exclusivamente por y para melómanos. Porque pase lo que pase el cartel siempre destila una calidad inigualable.
Finalmente, en mitad de una ola de calor asfixiante y tras la espera más larga de nuestras vidas tras el parón pandémico, en Mendizabala se congregarón unas 48.000 personas (de las mayores de su historia, teniendo en cuenta eso sí que en esta ocasión ha durado tres días) y batió el récord de campistas y asistentes infantiles. Todo ello con uno de los índices de satisfacción más elevados de los últimos años, tanto por la organización, como por el sonido y las novedades incorporadas al recinto. Además, las expectativas de casi todo el mundo fueron superadas por un cartel que se reveló fantástico, pero con lo que nos quedamos de todo es sin duda alguna con la gente que lo hace posible. Siempre volvemos a casa con la misma sensación: joder qué encantadora es la peña de Gasteiz.
Nada más entrar en el recinto hay dos cosas que nos llaman particularmente la atención: una zona Trashville espectacular, con coches de choque o un escenario circular bajo un muro de la muerte motociclado; y las lonas de los escenarios actualizadas y que se han convertido en una de las principales señas de identidad del festival. En esta ocasión fueron homenajeados los recientemente fallecidos Mark Lanegan, Rachel Nagy de Detroit Cobras, Dusty Hill de ZZ Top y Hank von Hell de Turbonegro. Todos ellos ligados a recuerdos imborrables de estos veinte años de Azkena Rock.
Vayamos ahora sí con las actuaciones más destacadas de su vigésimo aniversario. Desgraciadamente no pudimos asistir a la jornada inaugural, aunque todas las crónicas apuntan que The Offspring fue lo más destacado, sin despreciar actuaciones como las de Fu Manchu, Morgan, Hiss Golden Messenger, Morgan Wade y los siempre verbeneros The Toy Dolls.
El viernes no pudo empezar más intenso gracias a la actuación de los explosivos Surfbort. Ya actuaron en la edición de 2019 y el horario volvió a no hacerles justicia. El suyo es un punk de inspiración ochentera que nada tiene que ver con los grandes escenarios. Puro sudor y nocturnidad que, evidentemente, saltó el foso y acabó rebozándose por un asfalto en el que a esas horas podrían haber preparado unos teriyaki los chicos del Wok and Roll.
Era la hora de merendar y ya estábamos frente al escenario principal aguardando una de las actuaciones más destacadas del festival: Jerry Cantrell, el lengendario guitarrista que fundó Alice in Chains. Acompañado además por Greg Puciato (ex líder de los añorados The Dillinger Escape Plan) en lo que supone una unión tan extraña como satisfactoria. La dupla funciona tan bien con los temas en solitario de Cantell como con los de Alice in Saints, de los que tocaron hasta seis, incluyendo “Man in the Box“, “Would?” o el colofón “Rooster“.
Acto seguido tuvimos que dividirnos entre Drive-By Truckers y Mad Sin. Es lo que provoca el Azkena, que te apetezca relax y caña al mismo tiempo. Los primeros son unos clásicos del festival y siempre es un placer embriagarse por su clase vacuna tan llena de raíces, registros y progresiones. En esta ocasión vinieron presentando su reciente ‘Welcome 2 Club XIII‘ y hay que admitir que sus temas nuevos entran tan bien como sus clásicos. En cuanto a Mad Sin nos dio lo que esperábamos: uno de los conciertos más divertidos de todo el fin de semana. Llevan 35 años siendo una referencia del psychobilly en Europa y su directo sigue estando a la altura de su trayectoria. Una puta fiesta.
Y si el de los berlineses fue uno de los más divertidos, el de Afghan Whigs fue uno de los mejores, en general. Greg Dulli regresó a Vitoria con el proyecto más relevante de su soberbia trayectoria, aunque hubo hueco para otros, como una canción de The Twilight Singers, otra de su carrera en solitario y el bello recuerdo de tocar en el escenario en el que estaba presente su compañero de batallas en The Gutter Twins: Mark Lanegan. El concierto fue potentísimo. Un torbellino de rock, funk, soul y melodías desgarradas que convirtieron a Afghan Whigs en uno de los grupos más influyentes de los noventa.
Soziedad Alkohólika pegaba más bien poco en la programación más allá de su origen gasteiztarra, pero era de justicia incluirlos en alguna ocasión y estuvieron arrolladores. Mucho fuego y todo un revulsivo entre tanto medio tiempo, que siempre viene muy bien. El calentamiento perfecto para recibir al cabeza de cartel del viernes: los icónicos Social Distortion. En mi memoria debería estar su concierto en el ARF del 2005, pero no es así porque llegué una hora después de que tocaran por culpa de un examen universitario. Una tragedia. De modo que, a título personal, era un tema más que pendiente. Regresaron con motivo de la gira de celebración de su 40 aniversario, tras una década sin pasar por la Península. Pues bien, la espera mereció la pena. La puesta en escena no se salió del guión, contenida como siempre, pero las ganas estaban tan infladas, los solos de guitarra sonaron tan increíbles y el setlist de diecinueve canciones fue tan soberbio que no podemos hacer otra cosa que incluirlo en la lista de los conciertos de nuestra vida. Citaría los himnos que tocaron, pero son demasiados, así que solo nombraré sus dos deliciosos covers, “Wicked Game” (que nos recordó otro de los conciertos históricos del festival en ese mismo escenario) y “Ring of Fire”, así como un apoteósico final compuesto por trallazos como “Don’t Drag Me Down” o “Story of my life“.
La jornada terminó con el solape de Life Of Agony e Ilegales. Por un lado, la mítica formación de metal alternativo noventero de Mina Caputo, la primera cantante trans de la historia del metal. Entrega impecable y fantástico sonido. Por otro, la popular banda asturiana que también está celebrando su 40 aniversario. Dos tercios del setlist fueron una turra tremenda, pero lograron levantar el concierto en el último tramo a golpe la retaila “Hola mamoncete“, “Tiempos nuevos, tiempos salvajes“, “Problema sexual” y demás.
A la mañana siguiente, el fuego seguía lloviendo del cielo, lo que hizo casi insoportable disfrutar del concierto que ofreció Theo Lawrence and the Possums en el escenario de la plaza de la Virgen Blanca. Sustituyó a Kim Lenz, que se vio obligada a cancelar por enfermedad, pero la verdad es que fue una delicia de rockabilly R&B. Después, comilona de txangurro, idiazabal, pil pil y demás manjares vascos para afrontar con energía el día de las tres damas del rock: Patti Smith, Emmylou Harris y Suzi Quatro.
La tarde del sábado no pudo empezar más intensa gracias a ese huracán llamado Dewolff. Un trío de hard rock, blues y psicodelia salido de los Países Bajos y que se ha convertido en una de las bandas de rock más interesantes de la actualidad en Europa. Hay que admitir que se disfrutan mucho más en sala, pero fue la banda sonora perfecta para la discreta ducha lluviosa que cayó a esa hora de la tarde.
La primera vez que vimos a Israel Nash aún tenía el apellido de Gripka y fue precisamente en el tercer escenario del Azkena hace diez años. Fue un flechazo instantáneo que ha seguido afianzándose a lo largo del tiempo. Ahora su sonido americana de raíces ya ha tomado el escenario principal, pero sigue logrando esa intimidad que te acaricia el alma.
Claro que para despliegue folk de raíces, el recital de Emmylou Harris. Una de las voces más importantes de la historia del country que con 75 años cumplidos, vino a dar toda una lección de clase. Fue muy abrazada por la audiencia, en parte porque el setlist fue un regalo para todo melómano que se precie gracias a que estuvo compuesto, casi en su totalidad, por versiones de clásicos de Gram Parsons, The Flying Burrito Brothers, Bill Monroe, Gillian Welch o Rodney Crowell.
En el extremo opuesto, también en lo musical, tuvo lugar una de las mayores sorpresas del festival: Ryley Walker. Menuda tormenta psicodélica. Gracias a sus dos baterías e hipnóticos riffs generan unas progresiones, con espacio para la improvisación, que resultan realmente intensas y cautivadoras. Brutales.
Y ahora sí, Patti Smith. Sabíamos que daría un buen concierto, pero no imaginábamos que iba a ser el mejor del festival. Pero es que lo tuvo todo: canciones, fuerza, emotividad y momentos memorables. Qué actitud, madre del amor hermoso. Cuesta creer que tenga la misma edad que Emmylou, que por cierto, le acompañó en el bis para cantar juntas el que fue el momentazo absoluto: “People Have The Power“. Pero hubo muchos más, como la preciosa versión “The Wicked Messenger” de su amigo del alma Dylan, que también se dejó caer con “One Too Many Mornings”, la declamación de “Footnote to Howl” de Allen Ginsberg e incluso su ausencia del escenario, cuando su fantástica banda interpretó “Helter Skelter” de los Beatles y “I Wanna Be Your Dog” de los Stooges. Aunque sin duda fue ese final de infarto el que se ganó nuestros corazones para siempre, formado por “Because the night”, “Pissing in a river” y “Gloria“. Toda una celebración.
A estas alturas del festival lo mejor ya lo habíamos visto, pero aún quedaban grandes actuaciones. No fue el caso de Black Mountain. En la edición de 2015 nos volaron la cabeza pero en esta ocasión nos resultaron bastante descafeinados y excesivamente fríos y desconectados de la audiencia. Claramente un sonido bastante malo tuvo la culpa en parte, pero no sabría decir qué ocurrió con la otra parte, simplemente no me produjeron ninguna emoción. Trataremos de enmendarlo por ambas partes en la siguiente ocasión, seguro.
Suerte que el subidón volvió con la tercera diva rockera que nos faltaba: Suzi Quatro. Uno de esos conciertos que solo ocurren en el Azkena. Una auténtica pionera del género. La primera mujer que se vistió de cuero y asumió el rol de front woman allá por los setenta, sirviendo de referente a las que llegaron después como Joan Jett, Patti Smith, Debbie Harry, Donita Sparks o Chrissie Hynde. El concierto costó un poco en arrancar a pesar de todo su despliegue (vientos, coristas y demás), pero, curiosamente, un celebrado cover the “Rockin’ in the free world” de Neil Young fue un punto de inflexión a partir del cual el show despegó. Suzie sigue teniendo la garra que la convirtió en la reina del glam, aunque ella deteste esa etiqueta. Es una mujer carismática y poderosa capaz de merendarse el escenario ella sola.
El festival llegó a su fin (en lo que a los conciertos se refiere, ya que la fiesta se prolongó en el Trahsville hasta el amanecer) con dos directos vibrantes: Daniel Romano’s Outfit y Michael Monroe. El canadiense salió encendidísimo, aunque no tanto como las dos cantantes que lo acompañan. Veinte canciones pasadas de vueltas, especialmente las del bis, “Blue Heron”, “When I Learned Your Name” y “Generation“, una inesperada versión de Fucked Up. Muy buenos. En cuanto a Monroe, líder de los emblemáticos Hanoi Rocks, resultó ser un broche perfecto. Este señor con pinta de peluquera jubilada es uno de los principales responsables de la explosión glam y punk rock en Escandinavia y demuestra por qué en cada gesto. Tuvo el detalle de regalarnos tres canciones de su antiguo grupo, pero también de su otro proyecto Demolition 23. Solo nos faltó alguna de Jerusalem Slim para acabar de repasar toda su carrera. Además, hizo una impresionante versión de “Up Around the Bend” de la Creedence y desgranó sus mejores canciones en solitario, como “Last Train to Tokyo”, “Soul Surrender” o “Dead, Jail or Rock ‘n’ Roll“.
Poco más que añadir. Si estuviste ahí, espero que hayas disfrutado rememorando este tremendo 20 aniversario del Azkena Rock. Si no pudiste asistir, espero te hayas hecho una idea bastante fidedigna de lo que fue y, especialmente, no te pierdas el próximo. Porque el único consuelo que tenemos ahora mismo es que queda un día menos para volver.