Quitémonos las máscaras, Band of Horses no van a ganar el concurso a la banda más ‘cool‘ del año con Infinite arms. Su tercer trabajo no suena nada novedoso, se podría incluso decir que suena clásico, mucho menos indie que anteriores entregas. ¿Es eso un problema? En absoluto, Infinite arms es el mejor trabajo de una banda que no ganará nunca un premio de popularidad pero que ha decidido sonar como una banda de rock atemporal, lo que les pondrá en la diana de todos aquellos que desprecian todo lo que tenga un tufillo revivalista.
Algo de todo eso hay en este disco que se hunde en las raíces de la música americana, emparentándose con los primeros discos de los Jayhawks gracias a esas bonitas armonías a dos voces. El ejemplo más perfecto se puede escuchar en ‘Laredo‘, candidata a canción del año, donde los barbudos chicos de Seattle dan el do de pecho. Rayan también a gran altura ‘Compliments‘, elegido como primer single, y ‘Blue Beard‘ con su aire a là Brian Wilson.
Claro que ‘Infinite arms‘ no es un disco perfecto y adolece de una gran descompensación entre sus mejores temas y otros que parecen de relleno, especialmente en la segunda parte del mismo donde sólo se podría destacar ‘Older’, una canción que podría estar firmada por el mismísimo Gram Parsons.
A pesar de sus imperfecciones ‘Infinite arms‘ es un disco sincero con el que los de Ben Bridwell se proclaman herederos de eso que el propio Parsons llamaba ‘Cosmic American Music’.
Sergio Ariza Lázaro