El libro Let Them Know, la historia de Youth Brigade & BYO Records escrito por los propios Youth Brigade comienza diciendo que hubo una época, no hace mucho tiempo, en la que tragaban mierda, allá donde iban. Es la letra de “Fight to Unite” y tantos años después, las cosas no han cambiado mucho. Los mismos hijos de puta de siempre nos siguen dando por culo desde todas las vías posibles, solo que ahora hay más todavía (vías e hijos de puta). Los hermanos Mark y Shawn Stern ya llevan más de 25 años en activo, pero siguen siendo igual de jóvenes que siempre. El pasado 9 de diciembre, demostraron en la madrileña Gruta 77 que aún lo siguen siendo y todavía hoy pueden lucir su nombre con orgullo. Porque, como dice Shawn, la juventud no es una edad, es una actitud. Y de eso, ellos van sobrados.
En el verano de 1982 unos jovencísimos Social Distortion y Youth Brigade se embarcaron en una gira legendaria por Estados Unidos llamada Another State Of Mind, como la canción de Mike Ness y compañía. Por el camino se encontraron a los emblemáticos Minor Threat y vivieron una serie de correrías y desventuras que sin duda merece ver en el DVD distribuido por Time Bomb. En Another State Of Mind sale mucha gente y a día de hoy, varios están muertos (por sobredosis, accidentes de tráfico o enfermedades varias), otros abandonaron la música y otros siguen haciendo lo de siempre, como Mike Ness en Social Distortion (aunque triunfando como nunca en un grupo tan reconocido como los mejores del género en la actualidad, junto a otros como Bad Religion o Rancid) o Mark y Shawn Stern. La diferencia es que Mike ya no toca en tugurios como hacía a principios de los ochenta, pero Youth Brigade lo siguen haciendo a día de hoy. Frente a nuevos punk rockers o los de entonces, pero que ya tienen canas en las crestas. Son poco eso sí, ya que los punk rockers no son tan fieles como los heavies, y la mayoría acaba a un lado de la cuneta o en una fotografía en un viejo álbum, como único testimonio de la época. Mark y Shawn no han cambiado y ahí siguen, por y para nosotros. Al fin y al cabo, ya lo gritó Shawn el otro día sobre las tablas, ellos sólo tienen fe en los punk rockers y el resto se la sudan.
Los elegidos en esta ocasión para romper el hielo fueron los madrileños Suzio 13. Con miembros de grupos como Vice and Vanity, Sikotiko y Gelocas, desgranaron su street punk sucio y enérgico con temas propios como “Volveremos de las sombras“, “Celda de Borrachos” u “Hospital Nazi” e incluso alguna versión, como una de UK Subs. Consiguen un buen resultado gracias a la instrumentación aunque flaquean un poco en el apartado vocal. Realmente no es necesario cantar como un bodeguero rascando esputos de su garganta, pero la mayoría de grupos españoles de este género cree que sí. En cualquier caso, hicieron un trabajo notable de calentamiento y tras casi tres cuartos de hora de recital, dieron vía libre a los californianos.
Un rato después, el 66% de la formación original (recordemos que Adam Stern decidió abandonar el grupo en el 85 para retomar sus estudios), acompañada esta vez del guitarrista John Carey y el bajista Jimmy Balls, regresó a Madrid 14 años después. El joven Joey declaró que era su primera vez en la capital y que era un sueño poder estar tocando con el grupo del que siempre había sido tan fan. Desde luego se le veía de lo más feliz, y lo demostró de lo lindo cuando se bajó en el preludio del bis a saltar y corear con el público “Men in Blue“, además de tirar fotos y darle al canuto y el zumo de cebada como nadie. Pero bueno, el primer petardazo que soltaron, con la menor dilación posible, fue “We Are All The Old Man Bars“, seguido de ese clásico inmortal llamado “Violence“. Después de ver el videoclip de esa canción y la consecución de stage dives que componen su argumento, era el momento de asistir a ese ritual de hardcore/punk imprescindible, y además hacerlo con la música de Youth Brigade como telón de fondo. Hubo que esperar hasta el tramo final del concierto para que la muchachada se animara a escalar el escenario de Gruta para precipitarse a la marea de punk rockers, pero desde el primer momento la agitación vibró en todos ellos y de este modo se desató el último gran pogo del año.
Una vez se liberó el chorro de clásicos no se detuvo hasta hora y veinte después. Un repaso fantástico de toda su carrera, recogida en el libro que mentaba al principio de la crónica y que por supuesto nos llevamos debajo del brazo. Memorandum de cómo aquel grupo de colegas atrincherados bajo el nombre Better Youth Organization, acabó convirtiéndose en el emblema de una generación y referencia underground de un movimiento mundial. De hecho, es el CD recopilatorio que lo acompaña y que incluye covers exclusivos de grupos como The Briefs, NOFX, Dropkick Murphys, Bouncing Souls o 7 Seconds, los que están marcando el ritmo de mi tecleo. Pues bien, a lo que iba, a cada trallazo le acompañó una dedicatoria: “Fuck You” mentó a Ronald Reagan, el ex presidente yanki que, según Shawn, fue el detonante de la crisis que hoy nos aplasta; “Spies For Life” se acordó del Papa; “Punk Rock Mom” de todas las sufridas madres que parieron chavales que acabarían peinándose con cresta; “We’re In” o “You Don’t Know Shit” habló de ellos mismos y su compromiso con la escena, que a día de hoy está más deshecha que nunca, y así sucesivamente. Por supuesto también hubo un recuerdo para el escritor maldito, Charles Bukowski -puesto que ningún otro chupatintas puede representar mejor su filosofía de vida-, todos los borrachos en general, la muerte del capitalismo y todos los que currábamos al día siguiente. Brindo por todo ello.
Un derroche desmedido de actitud, ganas y fuera, aunque sin la suficiencia vocal de antaño por parte de Shawn, como es lógico, nos dejaron a todos tan satisfechos como después de un polvo demencial. Qué más da si no se tienen los pulmones de juventud, cuando se posee el vigor de un veinteañero. El vigor necesario para entonar epinicios de la talla de “All Right Then“, “Believe In Something“, “Fight to Unite” para finalmente largarse al camerino y volver minutos después para satisfacer a un público enloquecido con otra traca soberbia que incluyó la chisposa “El último día del año” y las imprescindibles “Let me Be“, “I Hate my Life“, “Sink With Kalifornia“, “Sick” o su versión de Fleetwood Mac, “Somebody’s Gonna Get Their Head Kicked In Tonight“. Y de este modo, totalmente extenuados y sonrientes, salimos a la fría noche de Madrid, sabiendo que acabábamos de quitar el polvo a nuestro recuerdo reposado en un antiguo parque a finales de los noventa. Los adolescentes amorataban sus cuerpos al caer de sus tablas tras intentar un truco y un viejo loro apoyado en un banco reproducía estas canciones. No había Internet sino fanzines, del mismo modo que el Sound & Fury no estaba en un iPod, sino en una cinta regrabada cien veces. Y nosotros odiábamos nuestras vidas, sí, pero lo hacíamos con cojones. Ahora Europa arde por los disturbios juveniles, pero en España lo único que se oye son las risas procedentes de un estúpido botellón. Algún día, los testigos de aquella época dejarán de venir a recordarnos aquella historia, pero mientras tanto, gracias Youth Brigade por una noche como esta.