Accept, fue otra formación clásica que demostró en 2010 haber recuperado la creatividad. Quizá no comparable a sus años de gloria pero si mucho más inspirada que en determinados momentos de su trayectoria. Lo cierto es que Blood Of The Nations fue uno de los discos más relevantes del pasado año. La “marca de fábrica” que el grupo germano patentó en la década de los 80 está presente en todo momento. La labor, tanto de Wolff Hoffmann como de Herman Frank, rescatando aquellos riffs densos y musculosos así como los desequilibrantes solos regados por doquier, ha sido fabulosa. Después de 14 años de silencio, de separaciones traumáticas y de perder parte del prestigio adquirido con su mágica trilogía formada por Restless And Wild, Balls To The Wall y Metal Heart, han recobrado su credibilidad como uno de los grandes exponentes histórico del heavy metal puro y duro, sin adjetivos adicionales. Ni siquiera la ausencia del carismático vocalista Udo Dirkschneider, sustituido eficazmente por Mark Tornillo, ha constituido un obstáculo para su recuperación.