La gente flipa cuando un grupo que le mola versiona un tema de una de sus bandas favoritas. De modo que la discográfica Houston Party pensó ¿y por qué no montamos giras en las que personalidades reconocidas del mundo del Rock versionen los mejores álbumes que se han compuesto? A la iniciativa la llamaron We Used To Party y de este modo vinieron los Posies versionando a Teenage Fan Club, Giant Sand rememorando (decepcionantemente en aquella ocasión) el At San Quentin de Johnny Cash o Clem Snide pasando revista al Zuma de Neil Young & Crazy Horse. El pasado 6 de enero ocurrió algo mágico y el gran Chuck Prophet aterrizó en Madrid para repasar el London Calling, de The Clash. Está claro que esta vez tuvo que ser obra de los Reyes Magos. Porque cierra los ojos por un momento e imagina a dos grandes, aunque prácticamente desconocidos para la mayoría, maestros del rock and roll —Chuck Prohet y Chris Von Sneidern-, interpretando uno de los mejores discos de la historia de la humanidad. ¿Quién no desearía presenciar algo así? Unos cuantos afortunados no tenemos que imaginarlo, sino que podemos recordarlo. Y es que me atrevo a afirmar desde este momento que el concierto de Chuck Prophet & The Spanish Bombs en la sala Charada formará parte de los cinco mejores conciertos del año, en la lista que haga dentro de 12 meses.
La historia comenzó con Chuck respondiendo a la propuesta con un “si Chris dice que se apunta, yo también”. Una pareja perfecta para homenajear al combo Joe Strummer–Mick Jones. El polifacético Prophet, miembro del emblemáticos y extinto grupo de los ochenta Green On Red, junto al talentoso y desconocido cantautor Chris Von Sneidern. Este último es uno de esos cantantes relegados al olvido por los caprichos del mercado, del que incluso se hizo un documental ironizando al respecto. Y es que hace falta pelotas, ilusión, trabajo y talento a partes iguales, para atreverse con un disco tan perfecto y extenso como el London Calling. Tanto Chuck como Chris reúnen todas esas aptitudes, así que unos cuantos mercenarios bien capacitados bajo el pseudónimo The Spanish Bombs y a recorrerse la Península.
Con el cartel de sold out en la puerta de Charada, Chris Von Sneidern se encargó de romper el hielo. Armado únicamente con su voz cristalina y su guitarra acústica, puso banda sonora a los primeros minutos de la noche gracias a deliciosos temas propios de power pop y alguna versión de Big Star y Paul Collins. Breve pero exquisito dio paso poco después a Johnny Green, el que fuera manager de The Clash a finales de los setenta. La idea era que contara anécdotas curiosas y relativamente desconocidas de aquellos años (si la perola no le patina tiene que tener unas cuantas) pero finalmente se convirtió en una charleta soporífera hasta para el propio Green. El promotor de Heart Of Gold y componente de The Right Ons hizo lo que pudo para salvar las barreras del idioma, pero la lectura de algunos pasajes del libro Night and day with The Clash tuvo más bien poco interés.
Terminados los preliminares y tras algún que otro problema técnico que enervó sobremanera al bueno de Chuck, comenzó el recital. Los nervios crispados se transformaron en vigor eléctrico y los acordes de “London Calling“, esos que tantas noches hemos escuchado al meter el disco en el reproductor, sonando esta vez en directo. Inconfundible e imposible de adulterar, nos hizo presagiar que sería un concierto que no olvidaríamos nunca. Tras esta, la rockabilly y vitamínica “Brand New Cadillac” se grabó a fuego una vez más en nuestro paladar y dio paso de forma más sosegada a la sensual “Jimmy Jazz“. Por orden y con un sonido y ejecución impecable, brotó del pequeño escenario cada una de las canciones del London Calling, en el mismo orden en el que los ingleses las estructuraron hace treinta años. Y es que parece mentira que hayan pasado tres décadas desde que se compusieron joyas como “Hateful” o la celebrada “Spanish Bombs” y que sigan sonando tan rabiosamente actuales.
Chris Von Sneidern se mutó de forma asombrosa en la figura de Mick Jones y cogió de forma brillante las riendas de temas como “The Card Cheat” o “Lost In The Supermarket“. Esta última nos hizo querer deslizar los pies por la pista como si ésta fuera de hielo, mientras que “Death or Glory” fue la única que realmente hizo que el público pusiera el puño en alto y entonara a grito pelado su estribillo. No si soy yo, pero el público madrileño cada vez me parece más aletargado y emponzoñado de desidia. Es como si a la gente le diera miedo bailar, jalear y cantar durante el concierto, no vaya a ser que le cobren un extra a la salida. Y mira que había canciones para corear todos juntos, la imperturbable “Clampdown” o la skatalítica -aunque rockerizada a manos de los Spanish Bombs- “Rudie Can’t Fail” son sólo una muestra de ello. Magnífico el toque personal que Prophet logró dar al inmortal “Revolution Rock” y las embarradas “Four Horsmen” y “The Guns of Brixtol“. No obstante, este último tema fue el único en que realmente flaqueó el combo y no consiguió estar a la altura. Pero bueno, “Wrong ‘Em Boyo” y el riff legendario de la popera “Train in Vain“, domada por un Von Sneidern pletórico, volvieron a echar carbón a la locomotora que llegó a toda máquina al final del set. Había que aceptarlo, el sueño había llegado a su fin tras setenta minutos de himnos, pero como todos los sueños más dulces, lo hizo demasiado pronto.
Cuando ya nos íbamos a enfundar las chaquetas, Chuck, Von Sneider y las bombas patrias volvieron a saltar al escenario para deleitarnos con un último homenaje: “Bankrobber“, el single que decidó bogar entre el London Calling y el Sandinista! allá por 1980. Más potente y rockera que la original, supuso un intento por parte de Prophet de que toda la sala se transformara en un hervidero de cánticos. Como la mayoría de los presentes no se la sabía, lo intentó con el clásico “oohohoooh” pero ni aún así. En fin, ellos lo bordaron, así qué importa lo que hiciera el asilo. Lo que está claro es que si hay un concierto que merezca ser tildado de regalo, es sin duda este. De modo que… gracias Chuck Prophet. Gracias Spanish Bombs. Y una vez más, gracias The Clash.