El año pasado, la de Christian Löffler fue una de las primeras giras internacionales de electrónica tras el parón de la pandemia. La mejor forma imaginable de volver al ruedo (aún con mascarilla y previamente al tremendo rebrote que sucedería mes y medio más tarde). Aquel live fue una experiencia inolvidable por muchos motivos: el momento en el que sucedió, las sensaciones que nos produjo su increíble música y el ambiente de profundo respeto y conexión que se generó en la audiencia. Aquí podéis leer la crónica que hicimos entonces. Un año después nuestro alemán preferido quiso regresar para saldar una deuda pendiente: presentar ‘Parallels: Shellac Reworks‘. En algunos aspectos superó la visita del año pasado, pero en otros no fue posible que se creara aquella atmósfera tan especial.
En la nota de prensa de la anterior gira se anunció que iba a presentar su último trabajo de estudio, su brillante homenaje experimental de composiciones clásicas de Beethoven, Back, Chopin, Wagner, Smetana y Bizet, pero finalmente se centró en sus temas más reconocidos, que no nos importó porque son brillantes y, al fin y al cabo, habíamos ido a volar. Sin embargo, nos quedamos con las ganas de comprobar cómo suena Parallels en directo. Löffler debió intuirlo y este año ha querido redimirse. Para ello, en esta ocasión le acompañó un cuarteto de cuerda denominado Detect Ensemble. El resultado: una fusión de clasicismo camerístico y electrónica downtempo tan ambiciosa, como evocadora, como difícil de ejecutar.
La dificultad reside en primer lugar en la composición: combinar la música clásica con la electrónica contemporánea es todo un reto en sí mismo. Pero como Löffler es un genio, el disco es brillante. Otro tema es llevarlo al directo: necesitas unas condiciones muy específicas para que la ejecución y la acústica estén a la altura de la producción. Al margen de que unos temas funcionan mejor que otros en cuanto al equilibrio de fuerzas entre los beats de Löffler y las armonías de las cuerdas, la sala Paqui (antiguamente conocida como But, como creo que la vamos a seguir llamando) dejó claro que no es el espacio idóneo para un concierto de estas características. De hecho, incluso la sala Mon sonó mejor en 2021 porque en esta ocasión ni siquiera ecualizaron bien los graves y saturaron hasta el tramo final del concierto. Otro tema, igual de importante, es la actitud del público. Así como en la cita anterior fue de un respeto y sentimiento encomiable, en esta ocasión la mayoría (o como mínimo la mitad) de la audiencia estuvo totalmente desconectada de la propuesta durante todo el live. Este tipo de música es también exigente en su planteamiento y quedó claro en que el público captado en esta ocasión no estaba a la altura de este.
Muchas veces la ubicación determina por completo la experiencia, así que nos movimos y pedimos silencio varias veces a toda clase de charlatanes, pero estaban por todas partes así que fue imposible eludirlos. A pesar de ello fuimos capaces de disfrutar las maravillosas reinterpretaciones de “Moldau“, “Parsifal” o “Pastoral“, gracias a un esfuerzo sobrehumano de abstracción. Una hora más tarde, Löffler despidió a las cuatro intérpretes de Detect Ensemble para regalarnos una hora más de live, esta vez enfocado a sus composiciones más bailables. Una suerte de sutiles melodías, armonías hipnóticas y vibrantes drops que si bien no lograron que la audiencia se contoneara en silencio, al menos consiguieron mitigar su murmullo.
Da igual cuántas veces escuchemos esos tracks; cada vez que lo hacemos pensamos que no se puede escuchar nada mejor. Si ya además Löffler pusiera más cariño a la iluminación y los visuales (No hay más que presenciar el show que están haciendo ahora mismo Moderat para darse cuenta de su importancia) su directo sería inmejorable. A falta de ornamentos, un cierre glorioso a cargo de “Mt. Grace“, “Versailles” y “Haul” nos hizo volver a amar su existencia.