Desde Florida, y en 1979, partió una agrupación que bajo el nombre de Axe pretendía poner en marcha un rock que pudiese ensanchar los bíceps por medio del hard y al mismo tiempo atar con doble nudo el subrayado cual arena rock. De aquel 79 a 1983 presentarían cuatro LPs que vendrían a materializar esa evolución y perfeccionamiento en formas deseado. Sin embargo, la tragedia se cebaría con ellos y restarían cual pieza negada de la segunda mitad de los 80. En sus diferentes regresos desde 1997 (V, 20 Years From Home Vol. I & II o The Crown) no han obtenido los parabienes que sí se granjearon en su etapa clásica. Descubramos a continuación la historia de una apuesta que merece su cómodo sitio en las cumbres del hard rock estadounidense.

Bobby Barth llegó de rebote a la guitarra, ya que sus primeros pasos en esto de la música fueron tras los parches de una batería. En 1963 había empezado a tocar con bandas, aunque no sería hasta cuatro años después cuando se estrenaría de forma oficial ante las seis cuerdas. Y aunque nunca se han llegado a compilar, Bobby apareció en grabaciones de los sencillos de algunas bandas de segunda división de la época. De hecho, y antes de formar sus iniciáticos Babyface, el músico edita con otra apuesta dedicada al rock and roll una versión de The Rolling Stones. Igualmente Mike Osbourne pondría una buena parte de sus tablas para llevar a puerto seguro el barco. Con la entrada de Mike llega el cambio de nombre de Babyface a Axe, al igual que la alineación pasa a quinteto con Edgar Riley, Mike Turpin y Teddy Mueller cerrando las filas.

Ahora como combo bien establecido se presenta en la escena dispuesto a comerse al que se le ponga delante. Sus formas a la hora de interpretar hard rock son lo que llama la atención de MCA Records, sello que les ofrece un contrato sin dudarlo. Con ellos editan su primer álbum homónimo en 1979, un disco que enseguida se ganó defensores gracias a su cuidada mezcla de rock guitarrero y teclados melodiosos. La continuación con título Living On The Edge (1980), y sobre todo su tema ‘Running The Gauntlet‘, dejaban a la vista a un proyecto con ganas de diferenciarse del rock más estandarizado y listo para el mainstream. Todo ello hizo que para 1982 ya estuviesen bajo el manto de ATCO, discográfica que edita su tercer Offering —su continuación en Nemesis encuentra idóneo complemento de similar calado—.

‘Rock And Roll Party In The Streets‘ es toda una fiesta, el himno perfecto del rock de aquellos días. Algo así como coger la esencia Kiss y el estilo de Paul Stanley y ponerlo al servicio de un conjunto listo para quemar la ciudad. A partir de ahí hay un poco de todo, aunque la línea se mueve en cierto sentido en lo que Samson hicieron en su momento. Barth ofrece en un único trabajo la evolución que Paul Samson mostró a lo largo de su carrera, es decir, desde briosos movimientos guitarreros al puro estilo de la New Wave Of British Heavy Metal hasta medios tiempos llenos de pasión y calor. Y aunque en el álbum también destacan composiciones como ‘Burn The City Down‘ o ‘Now Or Never‘, la canción que marcó al público junto a ‘Rock And Roll Party In The Streets‘ fue su revisión del ‘I Got The Fire‘ de Montrose.

Un grupo que debería ser recordado entre los grandes por sus logros pero que tras una mala pasada del destino quedaron ocultos por las sombras del tiempo. Tras girar junto a Mötley Crüe en 1984 llega la tragedia: un accidente de automóvil siega la vida de Mike Osbourne, mientras que Bobby Barth queda herido pero logra salir adelante.

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Sergio Guillén