Nuevos clásicos de toda la vida en la voz de El Cigala
Para sorpresa de nadie El Cigala agotó todas las entradas del salón La Maraka de Ciudad de México. Reuniendo público de todas las edades, con especial profusión de hijas que llevaron a sus madres a vivir una noche de flamenco latino. El madrileño con nacionalidad dominicana editó el año pasado Obras Maestras, un volumen de boleros románticos del siglo pasado que, como es habitual, pasan el tamiz del artista y los convierte en suyos.
En directo se presentó con su pianista (y productor) de cabecera Jaime Calabuch “Jumitus”, además de un contrabajista y un baterista/percusionista con un set que disponía tanto de batería tradicional como de congas o cajón flamenco. Una formación ideal para navegar por un cóctel de jazz, flamenco y música latina. Una mezcla en la que van modificando las dosis de cada ingrediente según la canción, para darle a cada una su caracter. En lo que el cantaor no conoce medida es en la expresividad de su voz, que resuena en tu pecho sin remedio.
Boleros como ‘Historia de un amor’, ‘Piensa en mí’ o ‘Lágrimas negras’ son nuevos clásicos en la garganta de El Cigala, mientras que durante ‘Compromiso’ o ‘Adoro’ se siente el baile de géneros con inicios latin jazz, melismas flamencos, desarrollos jazzeros intermedios y alegres remates cubanos con los pies al ritmo de guaguancó.
El caribe y su música han impactado tanto en Diego Ramón Jiménez que lleva años viviendo en Punta Cana, pero también ha visitado otros sonidos de hispanoamérica. Pudimos escuchar dos versiones de Roberto Carlos: ‘Desahogo’ y ‘Cóncavo y convexo’ y también un par de incursiones argentinas con aires tucumanos ‘Canción de las simples cosas’ o porteños ‘Garganta con arena’.
El cantaor no parece cómodo del todo. Se le ve serio y su voz tiene que luchar contra el intenso murmullo de la sala. Sus chistidos son ya parte del recital, así como la resignación de sus músicos ante algunas personas de las primeras filas a las que las canciones les molestan durante su cena. El Cigala se toma un descanso, la banda se gusta en un par de instrumentales y el español vuelve con otro espíritu, mucho más animado y sonriente. Vitaminado incluso, no pierde ocasión de abrazar a sus compañeros de escenario.
Durante ‘Corazón loco’, ‘Se me olvidó que te olvidé’ e ‘Inolvidable’ revisitamos esa alineación planetaria de Bebo Valdés, El Cigala y Javier Limón que dieron lugar al álbum Lágrimas negras. Los clásicos lo son porque cada vez que los escuchas te dicen algo nuevo, y eso nos ocurre con los benditos fraseos de Jamitus, un gitano barcelonés que toca el tumbao como si fuera de La Habana.
Con ‘Voy’ prosiguen los amores desgarrados y desesperados, tan mexicanos y tan flamencos. Por algo Chavela Vargas le decía a nuestro protagonista que, en realidad, era mex-gitano. Se va acabando el concierto y es cuando Diego se encuentra mejor. El duende está presente y se muestra en ‘Te quiero te quiero’ -tan alejada de la versión de Nino Bravo como genial-, una salsificada ‘Se nos rompió el amor’ de “la mejor, Rocío Jurado” o en el único bis ‘Dos gardenias’.
Al flamenco siempre le ha costado evolucionar, muchos creen que su propia esencia es involucionista, pero hay muescas en la historia que han redefinido el género. En 1979 Camarón metió rock progresivo de la época en La Leyenda del Tiempo, en 1996 Enrique Morente grabó el sublime Omega con el rock transgresor de Lagartija Nick y hoy podemos ver como la fusión de jazz latino y flamenco le queda como un guante a Diego Ramón Jiménez Salazar, El Cigala.
El Cigala- Salón La Maraka, Ciudad de México – 14/10/20243 thoughts on “”
Joder, que buena crónica tío. Una pasada ayer el concierto.
Muy buen concierto, me gustó la frase: En lo que el cantaor no conoce medida es en la expresividad de su voz, que resuena en tu pecho sin remedio. Lloré mucho ayer
EXCELENTE CONCIERTO ANOCHE, VOZ Y SENTIMIENTO DEL CIGALA