“Si puedes defender una canción sin el apoyo de una banda es que es válida”
Juega a dos bandas: por un lado es una estrella del rock que trabaja de noche y por otro un padre primerizo que vive de día. Tanto en las letras como en el título de Equilibrio inestable se intuyen la doble experiencia vital que ha inspirado a su creador. Igor Paskual, antiguo líder de Babylon Chat y lugarteniente de Loquillo durante la última década charla con nosotros sobre su primer disco en solitario.
¿De dónde han salido las canciones de Equilibrio inestable? ¿es material nuevo o son ideas que han salido durante todos estos años?
Ha habido de todo, temas antiguos que han soportado bien el paso del tiempo, algunos más recientes y otros que iban para el disco de el Loco, pero que me aconsejó que cantase yo. Grabé varias maquetas, algunas muy acústicas, otras muy eléctricas, luego todo eso fue pasando una red a ver que era lo que soportaba bien el paso del tiempo. Además he intentado evitar temas que tratasen lo mismo y que cada canción tuviera su contraria, es decir, si tenía un ‘El peor novio del mundo‘ tenía que haber un ‘San Valentín‘ (La Bahía) que contrastara, siempre jugando con los contrastes para que reflejase todo lo que somos.
¿Escribes a la vez la música y las letras?
Si, ahora es muy difícil que haga antes una música que una letra, intento que me salga todo más o menos a la vez. La letra me tiene que salir a la vez que la melodía, al menos una primera estrofa o un estribillo. Antes, en cambio, hacía primero la música y luego le iba encajando trozos de poemas que había escrito y las iba metiendo como podía… y así quedaban (risas).
Hay canciones como ‘Bebemos’ o ‘El peor novio del mundo’ con letras muy sentidas y fluidas que parece que salen solas…
Si, hay mucho que decir y mucho que contar, ¿cómo aguantar una cancion con tres acordes sólamente? pues con el texto y con la interpretacion, pero sobre todo con el texto. Un ritmo como el que tiene ‘El peor novio del mundo’ con 5 minutos de canción lo soportas con todas las cosas que quieres contar, y eso lo vas descubriendo en las actuaciones acústicas que he ido haciendo. Si puedes defender una canción sin el apoyo de una banda es que es válida, y luego metes a la banda.
Ahora mucha gente lo que hace es el proceso inverso, disfrazar primero la canción, cuando habría que hacer como en el delta en el año 30, esas canciones de Robert Johnson que se aguantan con una sola guitarra y que siguen emocionando mucho. Canciones sinceras donde el tipo se destripaba. Quería volver un poco a esa esencia y luego convertir esa cosa tan antigua en algo muy moderno, fíjate que ‘El peor novio’ es electrónico, algo que yo nunca había hecho…
Cuando compones para Loquillo, ¿también lo haces a partir de una letra?
Sí, el Loco trabaja primero la letra, y sobre todo el concepto, la letra puede variar pero le importa mucho el concepto. A veces plantea una misma letra a varios compositores, a Gabriel Sopeña, a Stinus, a mí… y luego escoge la que más le encaja con su concepto. Con una misma letra yo puedo plantearle 4 músicas diferentes.
A la hora de “disfrazar” las canciones ahora hay elementos que en Babylon Chat no estaban, como muchas influencias country…
En Babylon no, pero con el Loco sí, una canción como ‘Tatuados’ es mía. En la época de Babylon tenía varias bandas paralelas y en una de ellas hacíamos hillbilly, gracias a ello descubrí muchísima música de finales de los 40 y principios de los 50, pero no resulta nada fácil hacer una canción en plan Bob Wills o Hank Williams con 20 años, porque a esa edad tienes una energía y una furia que no te da el poso necesario para contar algo de esa manera, con esa especie de sabiduría que tiene el country.
El country se diferencia del rock en que trata temas adultos, el rock parece que se encorseta siempre en temas muy adolescentes, coches, motos y chicas, pero el country normalmente siempre lo ha hecho gente más mayor y se abordan temas, más maduros, como el divorcio. Springsteen cuando da el paso de su adolescencia a su madurez lo hace pasando por el country, que es Nebraska.
La canción más country del disco es ‘Volver’, y efectivamente, la letra habla de temas serios, nada que ver con ‘Chica de gama alta’…
El disco refleja muchos lados, a los 35 años ya quieres otra cosa que contar y necesitas toda esa gama. El rock, por su tipo de métrica y por cómo está acentuado, lo que te pide es ser muy directo y muy sencillo. El country, en cambio, tiene una manera de frasear que te permite hacer letras mucho más largas y meter un texto más desarrollado.
Tú mismo diferencias entre canciones que a lo mejor hubieras hecho hace 10 años y serían muy parecidas y canciones que sólo podrías hacer ahora, ¿con cuál canción te encuentras más satisfecho?
En ese sentido con ‘Bipolar’, con una primera parte con arreglos electrónicos y una segunda parte muy épica, muy rock. El hecho de juntar todos esos estilos no lo hubiera podido hacer hace 5 o 10 años. Me quedo con esa canción por el tipo de tratamiento, pero hay muchos trozos de mí en todas las letras y cuesta mucho decidirse (risas).
También me han parecido muy interesantes los arreglos de ‘El corazón del hielo’…
Lo que he intentado es no hacer el clásico disco de guitarrista, que suelen ser un peñazo, llenos de solos insoportables que no pueden tocar en sus bandas. En ese aspecto yo pienso más como compositor que como guitarrista, siempre he pensado en la guitarra “al servicio de”, al servicio de una canción, de una idea… esa canción la he intentado vaciar de guitarras, que se pudiera sostener con un bajo, una batería y los arreglos de cuerda.
Sin embargo en directo sí que hay muchas guitarras…
Hay, pero yo estoy más cantando que tocando, soy hombre y ahora me cuesta hacer dos cosas a la vez… (risas) no es broma, ¿eh?.
Parece que lo que más te ha costado es grabar las voces, incluso hiciste un experimento tocando en un bar…
Yo contraté a un productor precisamente para este tipo de cosas, a veces necesitas una perspectiva externa objetiva que sólo te la da un productor. Creo que las carreras de los artistas empiezan a decaer cuando se producen a ellos mismos, tú mismo no puedes saber si estás cantando bien.
A mi las voces no me costó grabarlas, era a mi productor al que no le valía porque creía que yo podía dar más, y para eso estaba contratado, para decirme lo que yo no veía. En ese aspecto vimos que cantaba mejor en directo que en estudio y lo que hicimos fue simular un concierto dentro del propio estudio, con bebida, con gente sentada alrededor mío… para que cambiase el chip y grabase las voces como él quería.
El productor ha sido Carlos Stro, además de lo que comentas, ¿qué ha aportado al disco?
Carlos Stro es de Gijón y no viene del mundo del rock, viene de la electrónica, del mundo más experimental. Yo quería alguien que fuera diferente, la faceta rock ya la doy yo, y necesitaba a alguien que me diera el punto que yo no tenía, como los arreglos de cuerda, que yo no los sé hacer, arreglos electrónicos y una perspectiva menos roquera que la mía.
Tenía ganas de huir de ciertos arquetipos, me gusta mucho jugar con los tópicos del rock, pero refrescándolos, sexo, drogas y rock and roll son maravillosos cuando vienen de una forma fresca, pero cuando vienen de una manera manida son horribles.
En las letras y en el título del disco se intuye una doble vida, por un lado la estrella del rock que vive de noche y por el otro el padre que vive de día y que estudia un doctorado en historia del arte, ¿te sientes jugando a dos bandas? ¿es posible vivir todo?
He intentado explicar las dudas y dificultades que se generan entre una vida universitaria y estar con mi hijo y luego toda la vida de gira, de tener más excesos. Ambas me gustan, llevar una vida hogareña me parece muy bonita, pero me aburriría mortalmente, en cambio la vida de excesos de la noche acaba siendo un coñazo también, porque se vuelve muy vacía y te desgasta mucho, te pide mucha energía y tampoco te da tanto a cambio.
Hay que ver la manera de combinar las dos para que la vida sea vivible de una forma cotidiana pero que también tenga un poco de chispa. No es fácil combinarlas, por eso este disco (risas), si lo fuera no hubiera tenido necesidad de explicarlo.
Hace años, cuando Babylon Chat abría para Loquillo, provocábais al público y ellos os insultaban y os escupían. Se dice que esto hacía reir al Loco, ya que esa era la reacción que él provocaba en sus primeros conciertos 20 años antes… ¿ocurrió así?
Así era, el caso es que nosotros le caimos muy bien a Loquillo pero no tanto a su publico, y estoy hablando del publico q tenía en 2000, era la gente que habia ido manteniendo a lo largo de los 90 y no estaban tan abiertos a otros estilos. Veían en Loquillo un icono muy viril, muy masculino, y nosotros éramos lo contrario.
Nosotros salíamos, insultábamos a su público, nos metíamos con él y hacíamos todo tipo de puñeterías, y su publico se enfadaba un montón, pero bueno, (Loquillo) nos invitó a toda la gira y así estuvimos toda la gira, peleados con su público y bien con él. Era como sentir que el rock and roll tenía ese efecto provocador y gandul, descarado, me sentía como estar viviendo en los New York Dolls o en los Pistols, aunque luego me cansé también de que me insultaran y me escupieran (risas).
Ya llevas muchos años siendo un parte fundamental en el engranaje de la banda de Loquillo, de hecho se puede dividir su carrera en tres etapas, los principios con Sabino Méndez, la etapa, digamos “oscura” con muchos problemas en la banda y discos desiguales y el posterior renacimiento y éxito contigo ya a bordo. Parece que el Loco necesitaba “otro Sabino Méndez” y tú fuiste la solución, ¿qué supone para ti estar en el equipo?
Bueno… ¡gracias! no sé que decir, que me comparen con Sabino es un gran elogio. la etapa oscura, como tú dices, fue dificil para él pero hay muchas canciones buenas, ahí estaba Gabriel Sopeña con un nivel impresionante. En el momento que nos encontramos el Loco estaba enfadado con sus compañeros de generación y yo con los míos, y saltó una chispa de amor rockero. El loco es una persona muy inteligente y aprendes muchísimo a su lado, yo venía con toda la inocencia del mundo pero con mogollon de pasión y mucho corazón, quizá era lo que él necesitaba, fue un intercambio. Me han dicho cosas parecidas en otras entrevistas y me siento muy honrado.
Ha habido muchos hitos importantes en la carrera de Loquillo desde que empezaste a trabajar con él, cambios en la banda, nuevos fans, grandes discos como Balmoral, ¿cómo lo has vivido desde dentro?
Cuando yo entré hace 10 años Loquillo tenía un montón de ideas muy brillantes, pero había muchísimos intereses creados a su alrededor que le impedían crecer y desprenderse de cierto rollo. Hubo que cambiar muchas cosas, primero eliminar todos los problemas de drogas -era una banda realmente salvaje-, el enfoque del management, los problemas con las compañías, con la crítica… era una etapa complicada y poco a poco el Loco fue liberándose y se dejó llevar por lo que quería hacer y no por el personaje que se había creado de sí mismo.
Creo que Balmoral es una obra muy redonda, está mal que yo lo diga, pero es cierto. Muchas facetas de el Loco están ahí reflejadas, hay mucha música de la que suele escuchar, mucho jazz tipo Chet Baker, una cultura musical que no se reflejaba en los discos anteriores. Era hora de que se liberase, se rodeara de un productor interesantísimo como Jaime Stinus y un management que no le pusiera a girar como una marioneta para hacer dinero. Además el Loco ahora está un poco por encima del bien y del mal, que es donde creo que debe estar.
Tu actitud en directo me recuerda a otro guitarrista al que no le importa tirarse de rodillas en un escenario, Nick Curran… (ndr: Igor acabó en urgencias después de su concierto de Gijón tras saltar y caer de rodillas)
Soy muy fan. Raíces 50 pero con toques punk-rock, suena a clásico pero actual -una de mis grandes aspiraciones-, se deja la piel en directo… Además como guitarrista no hace lo licks obvios, sino fraseos muy bop, giros muy chulos…
El rock ann roll tiene dos partes, hoy en día hay mucho rock y poco roll. La parte blanca que es el rock y la parte negra que es el roll, aquí se hace rock, tocar duro y tal, pero hay poco movimiento de cadera. Curran lo tiene, música sexy con melodía. Aquí en España a las canciones que tienen melodía les falta sexo y a las canciones con dureza les falta melodía, está todo muy compartimentado, o soy de malasaña o soy un popero. Debería estar todo unido y Curran me parece un ejemplo valiente.
Texto: Pointer
Entrevista a Igor Paskual3 thoughts on “”