El australiano Scott Matthew tan sólo lleva cuatro años grabando discos con su nombre, anteriormente en Elva Snow —publicando trabajo en el 2005-, más la colaboración para la banda sonora de la película “Shortbus” (John Cameron Mitchell, 2006): sin escuchar la banda sonora sospecho que es mucho mejor que el largometraje. Y siendo cinco sus trabajos publicados ya le hemos pasado la patata ardiendo aquellos que seguimos la estela de este gran año de neo-folk.
Delineamos unos sentimientos comunes a la música de Bill Callahan, Doug Paisley, Cass McCombs (por el lado más pop), Kurt Vile y su folk-rock, James Vincent McMorrow (¿cuándo vas a visitar nuestro país, bandido?), Richard Buckner (un gran olvidado), Bon Iver y ese falsete de country-pop crepuscular y tantos otros, con los que nos hemos emocionado y, por qué no decirlo, sorprendido al escuchar estos últimos aciertos musicales. Con un equipo así, muchos no nos esperábamos un año tan sólido como el presente.
Esta vez, organizado por Vertical Pop y su diligencia en elegir a sus artistas en vivo, Scott Matthew venía a presentar su flamante “Gallantry’s Favorite Son” en el Teatro Lara madrileño, con la sombra alargada de un Elvis Costello a sus pies, desnudando su repertorio (y he aquí las característica general de los artistas citados) de artificios y haciendo que su preciosa voz sea la melodía más clara y contundente de todas y cada una de la canciones de su último esfuerzo creativo. Fácil es vincularlo a artistas próximos a su esquema musical pero ya se sabe: se atrapan más moscas con miel que con vinagre y emparentando su música con generaciones anteriores no hacemos otra cosa que quitarle un mérito que de por sí ya se lo tiene ganado desde que comenzó enviando álbumes hacia la estela del folk acústico, que tanto brilla a través de sus canciones. Scott Mathew, al que no le pesan los bolsillos por tenerlos llenos de piedras donde pese más que otra cosa el que muchos han denominado un folk eminentemente neoyorquino, anda ligero de sofisticación musical. Arreglos fáciles (guitarras, piano, ukelele, violonchelo, arpa y clarinete en disco) para mejorar, en un contrapicado arrebatador, el que es su mejor trabajo hasta la fecha.
De su último álbum, no trajo consigo la voz de Clara Kennedy, aunque sí le acompañó felizmente Sam Taylor, cuyos duetos fueron de dejar los pelos de punta. De esta forma, “The wonder of falling in love“, “Black Bird” (aquí sí que el violonchelo se hace notar, así como los coros celestiales), “True sting” y el resto de la soberbia colección de su trabajo, sirvió de excusa para armonizar un concierto rozando lo memorable. Entrañable y cercano en sus comentarios y profundamente agradecido a su público, se hace querer con una adhesión que se pega, desde los oídos hasta lo más profundo de nuestras sonrisas, cómplices sin dudarlo hacia su música, en un camino que adorna sus temas con los dulces tonos del ukelele y el violonchelo, además de un piano que acompaña con esos arreglos que parecen acariciar las canciones, de no más de cuatro minutos. La concisión hecha arte. Tres músicos en vivo, ¿para qué más?. Y entre sorbitos de vino, Matthew dejaba el surco de la belleza de sus temas en ambas mejillas de todos sus seguidores.
Por eso, “Felicity” sonó así de bien y en “Duet” se percibe el aroma de un clásico. De letras que hablan de aprender a volar, de cómo decirse adiós, de los cumpleaños, del paso del tiempo y de cómo no estar sólo. Si le escucha Terrence Malick antes, le hubiese dedicado una canción para su religiosa “El árbol de la vida” o aún está a tiempo para incluir algún tema para su próxima “The burial“…quién sabe.
Y a todo esto, le quedó tiempo, en su hora y media de concierto, para (con divertida ironía) dejar hueco a dos versiones: uno para llevar a su terreno el “Only girl in the World” de Rihanna,-entre risas del público-, y otro para la abisal “No surprises” de Radiohead. Ambas las ha ido tocando en el pasado cercano de sus directos.
De cómo se puede hacer tanto con tan poco. Una lección de folk para un año destacadísimo, no cabe duda alguna. Señor Matthew, seguiremos a pie juntillas lo que siga haciendo. El teatro Lara ha recibido el primer gran impacto emocional de la temporada, dejándolo tambaleando; atentos a los siguientes de Javiera Mena, Alela Diane con Wild Divine y John Grant. No se los pierdan.
Texto: Ángel Del Olmo. Fotografías: Michael Mann