Manteniendo el camino de la música de raíces, Enrique Bunbury edita “Licenciado Cantinas“, un álbum que mira a la música panamericana desde los ojos de la instrumentación norteamericana. Son versiones, sí, pero esto no significa que vaya a perder calidad, todo lo contrario. El ciclo que terminó con “Las Consecuencias” (EMI, 2010) y “Gran Rex” (EMI, 2011) ha dado pie una nueva remesa de canciones lejos de las manos de EMI, pues “Licenciado Cantinas” es una autoedición que lleva el sello de Blanco & Negro. ¡Ojo! No por ser así el músico iba a estar más liberado, todo lo contrario, pues tener una caja de discos bajo la cama lo puede hacer más desdichado.
En lo que al contenido se refiere; el LP (inmejorable) fue grabado en SonicRanch, Tornillo (Texas) con su banda habitual, Los Santos Inocentes, que ya han alcanzado el grado de madurez suficiente junto a Enrique Bunbury. A ellos se les une el versátil percusionista Quino Béjar, culpable del giro sonoro orogándole al conjunto una rica composición de ritmos africanos, caribeños y latinos, tal y como se puede apreciar en piezas como ‘El día de mi suerte‘ (de Willie Colon y Héctor Lavoe) o ‘Chacarera de un triste‘ (de los Hermanos Simón). Francamente, la mayoría de sus seguidores no iban a arrimarse al ballenato o a la cumbia, pero gracias a este revisión, Bunbury ha acercado la familia musical panamericana al pueblo y, de ese modo, mostrar el buen hacer de grandes figuras, como la de Eliades Ochoa haciendo sonar su garganta y guitarra en la tradicional ‘Mi sueño prohibido‘. El single ‘Ódiame‘ (de Federico Barreto y Rafael Otero López) ha funcionado pefectamente como introducción a este viaje que recorre la espina dorsal del continenten americano, un arte de presentación que comparte protagonismo con la instrumental ‘El mar, el cielo y tú‘ (de Agustín Lara), siendo esta última la encargada de abrir el cancionero.
Por momentos suena a tex-mex, como la banda sonora de “Crazy Heart“, interpretada (entre otros) por Jeff Bridges y Ryan Bingham de la mano de T-Bone Burnett. ‘Ánimas, que no amanezca‘ (de Guadalupe Ramos) es la clave que hace de puente con los dos hemisferios. El acordeón de Dave Hidalgo (Los Lobos) rememora lo que también hicieron The Felice Brothers o Bob Dylan en “Together through life” (Columbia, 2009). Dentro de ese traje de terciopelo se encontraría también ‘El Mulato (Licenciado)‘ (de Ricardo Ray & Bobby Cruz) con un exquisito y delirate final que, a base de distorsión, enlaza con la guitarra de Dave Hidalgo dando la salida a ‘El Solitario (Diario de un borracho)‘.
De acuerdo, “Licenciado Cantinas” no es una banda sonora al uso, pero sí es cierto que narra las desventuras de desamor y arraigo del personaje del Licenciado Cantinas. Podría decirse que es un cancionero perfecto para el amor despechado y todas sus fases. Las últimos tragos se antojan tristes con canciones de alto contenido en amor alcoholizado dentro de’Cosas olvidadas‘ (de Antonio Rodio y José María Contursi). Totalmente arrabalero. El drama de los versos acontecidos en ‘La tumba será el final‘ (de Francisco Vidal) fluye con la nostalgia que le da “Flaco” Jiménez (al acordeón) hacia un emocionante y solemne final que, por obra y gracia de Atahualpa Yupanqui, hacen amanecer la tristeza dándo la mano a ‘El cielo está dentro de mi‘ y la armónica de Charlie Musselwhite.
La sangre circula por las “arterias” (así es como se iba a titular este trabajo en primer lugar) llevándose las almas y corazones de los perdidos en la vida con “Licenciado Cantinas“.
Texto: Charly Hernández
Bunbury — “Licenciado Cantinas” (Blanco & Negro, 2011)1 thought on “”