Era difícil superar un disco como The Blackening y aunque Unto The Locust no llegó a alcanzar el nivel del anterior, Machine Head demostraron contar con las suficientes ideas y creatividad como para mantenerse en primera fila del metal cuatro años después de haber publicado uno de los mejores trabajos de su carrera. En esta ocasión Robb Flyn y sus colegas apostaron por mantener sus sólidos fundamentos rítmicos pero buscando siempre la sorpresa, introduciendo elementos heterogéneos que aportaban variedad a las composiciones. Sin perder sus señas de identidad dibujaron un camino por el cual penetrar hacia nuevos horizontes, tratando en lo posible de combinar las texturas accesibles con recorridos más complejos.