Cada disco de Antonio Arias es un sacrificio al altar del rock. Él sería el Toro, San Lucas, con su calva frente rebosante de ideas claras; Jota, por supuesto el León, rugiendo en la soledad del desierto, tan idolatrado como denostado, igual es San Marcos que Juan el Bautista; Eric Jiménez sería el Águila. Su batería oscura y abstracta dando forma al Apocalipsis ‘Morentiano’, como San Juan anuncia el fin de los días sin el Maestro; y Florent, el más humano, un ángel que trae la buena nueva, el mensaje de Morente. En su serenidad, como la de ese San Mateo evengelista, tiene acomodo el torrente a veces caótico de sus compañeros.
Los cuatro son Los Evangelistas.
El Mensaje, la música de Enrique Morente, eterno cantaor ‘granaíno’ que entre sus incontables logros y enseñanzas, pudo transmitir su duende de manera abrumadoramente obvia tanto a los Lagartija Nick (cómo olvidar Omega) como a Los Planteas (sin ir más lejos en La Leyenda del Espacio): “En vida disfrutamos de su persona que era muy grande, y ahora lo hacemos con su obra, poder disfrutar de esa riqueza de canciones, qué suerte haber sido amigo, entenderlo y poder interpretarlo con el consentimiento de su familia y con muchísimo respeto”, hablan los cuatro de este sentido homenaje, con el que han contado con la cercanía de la familia, de Aurora y de Soleá, y de Carmen Linares, pues era un disco nacido de dentro, sin personajes extraños o ajenos. “Es triste pero su ausencia nos inspira más, cuando pierdes un sentido agudizas los otros”, reflexionan mientras nos cuentan que aunque el proyecto se puso en marcha hace justo un año, en una céntrica plaza de Granada, a petición entre otros de Gabriel Núñez Hervás, ya “venía arrancado porque el contacto con Enrique tras muchos años estaba recuperado, teníamos una idea de trabajar con él, siempre había un proyecto entre medias aunque estuviera tan ocupado. Si no se hubiese ido, lo hubieramos hecho con él en vida”.
El punto álgido fue sin duda el concierto que dieron el pasado 18 de junio en La Noche Blanca Flamenca de Córdoba y del que guardan un grato recuerdo: “ese concierto crea el Big Bang y nos pone frente a la dimensión real de la obra de Enrique y de cómo podíamos abordarla”. 
Parece que se cierra un círculo que comenzó con Omega en el 1995 con las Multinacionales dándoles con la puerta en las narices, las mismas quizás que hoy están entregadas a la causa. “Sobre aquello, al cabo del tiempo ves que un proyecto con pasión adquiere vida propia y casi presume de no necesitar a nadie, todo tiene que ver con ese positivismo que se crea entonces, si Omega tardó 10 años en ser digerido, esperemos que para el 2022 podamos presentar este”, sonríen mientras nos cuentan cómo afrontaron la obra de Morente: “Quisimos hacer las canciones más de Enrique, las que se salían de la ortodoxia flamenca y donde se veía la dimensión del artista, y las hemos llevado al rock ‘n’ roll, pues guardan muchas similitudes. Jota o Antonio traían canciones donde estaban cómodos cantándolas y como las conocíamos de toda la vida y las habíamos mamado, se hizo muy fácil”.
Y así aparecen entre otras Gloria, Serrana de Pepe de la Matrona, En Un Sueño Viniste, Delante de mi Madre, Yo Poeta Decadente, La Estrella, El Loco o Donde Pones El Alma, y en ellas encontramos un sonido melancólico, lánguido, a veces incluso opresor, con momentos agobiantes. “Buscamos ese sonido, esa magia, esa espiritualidad propia de él. Hemos elegido esa paleta de colores y no otra, creando atmósferas, dando un rollo semanasantero, como un Paso. En el fondo no nos reinventamos, estamos haciendo lo mismo sólo que con otros colores. En el albayzín siempre hay un tío tocando la guitarra y dices, yo quiero ser como ese, todavía. Hablas de los Evangelistas, pues bien, él fue la constelacion que dejó todo abierto, la brecha por donde entramos los demás. Tuvimos la suerte de elegir en vida a nuestro maestro, como un perro a su amo, y más suerte aún que encima él se dejó. Por eso queremos que su obra perdure y llegue a todos los sitios, nuestra es propagación de la obra del Maestro. La Iglesia Evangélica de la Chana”.