1990. Un antiguo miembro de aquellos Rising Force del tiránico Malmsteen, el bajista Marcel Jacob, edita su primer álbum con su proyecto Talisman. Su inicio será una obra homónima que contará con un joven Jeff Scott Soto. Airplay les edita el despegue. Christopher Stahl aportaría unas seis cuerdas por las que volar de TNT a Europe, del heavy tradicional a los alzamientos del hard melódico. 2006. Jacob y Soto siguen andando el camino, aunque ahora con currículos más abultados. Fedrik Akesson les cubre las espaldas tras el mástil de la guitarra. Frontiers Records es el hogar de Talisman. Todo ha cambiado, al mismo tiempo que todo se mantiene igual y en su sitio.
Hard rock, funk, AOR, art rock, nuevas tendencias, parches de vanguardia, empastes metalizados,… El todo desde la nada. Nacer hace dieciséis años en un enclave estilístico sin mayores pretensiones para terminar convertidos en marca y referencia de tiempos más frescos. Puro látigo contra todo aquel que no entienda que la música rock pueda plantearse como una disciplina abierta a cambios y críticas constructivas. ‘Nowhere Fast‘ no tiene nada que ver con ‘Shed A Tear Goodbye‘, al igual que no parecen emparejar ‘Troubled Water‘ y ‘End Of The Line‘; sin embargo, ya veis, ahí están dando sentido a un todo que sí aporta una visión global estable.
Jacob sigue en las alturas creativas y Soto no tiene igual en la mutación de cuerdas vocales. 7 es el encontrarse con un amigo que siempre has querido pero que por momentos desconoces. Las bases y sus significados primeros siguen en la superficie, aunque es simplemente hundir unos centímetros la cabeza en el grueso de su grabación y asustarse de la capacidad que parece tener este tándem para vender novedad de algo que parecía ya inventado.
Nunca un nombre tiñó con su sabiduría tantas agrupaciones diferentes. Esta frase inicial puede parecer algo exagerada, pero, ¿cuántos músicos han estado relacionados con gente como Mogul Thrash, King Crimson, Asia, Bryan Ferry, U.K. o Uriah Heep? Y eso sólo es el comienzo de una lista que nos podría ocupar varias líneas, ya que John Wetton lleva desde los primeros peldaños de los años 70 demostrando al mundo que hay muchas formas de concebir esto que genéricamente denominamos bajo la palabra rock. Todo el largo recorrido que Wetton ha sabido andar con tranquilidad reposando cada nueva iniciativa se ve reflejado en las acariciantes combinaciones estilísticas que crea para sus álbumes en solitario.
Y es que en Rock Of Faith hallarás la mirada más intimista del músico, ni excesivamente progresiva ni empalagosamente melódica. De hecho, no creo que estos calificativos sirvan para explicar el camino que John toma en el aquí tratado disco compacto. Estás ante once composiciones que devuelven la fe en una genialidad creativa que no siempre impera en estos terrenos. No hay que olvidar que también pululan viejas glorias que lo único que pretenden es aprovecharse de su leyenda para sacar insoportables odas a su egocentrismo. Con esta maravilla sonora no pasa nada de eso, todo lo contrario. El disco se desenvuelve dentro de unos desarrollos pausados, intimistas, cercanos y realmente arrebatadores —en la calma también puede encontrarse la pasión—. ‘Mondrago‘ marca el desvirgado instrumental, ascendente y en el que John Mitchell genera figuras regias a la guitarra. ‘Take You To The Waterline‘ acuna el ideario pop de élite, robusto y embriagador y ‘When You Were Young‘ es un esfuerzo a capella envolvente en forma y fondo.
Al barajar influencias puede emparejar la new age cercana de ‘Altro Mondo‘ con un vellocino tangible de art rock titulado ‘Nothing’s Gonna Stand In Our Way‘. Quizá los temas más previsibles sean los compuestos junto a Geoffrey Downes, casi premonición de lo que pronto pasaría a ser un dueto firmado bajo sus apellidos y que quedaría estancado en un seudo adult oriented rock con mucho de art pop de sencilla asimilación.
Jeff Paris, Águilas De Acero, Aldo Nova, Regreso Al Futuro, King Kobra, Survivor, Rocky, Nelson… Nombres de artistas, conjuntos abanderados del certero rock melódico y largometrajes de tiernos adolescentes rompecorazones se agolpan en mi memoria, espacio que en más de una ocasión echa de menos aquella década de plástico y neón, del todo vale como única norma a seguir. No es extraño que ciertas sensaciones nos invadan cuando escuchamos A New Promise, posiblemente una de las máquinas del tiempo más útiles que ha dado la industria en estos últimos años.
Khymera, tras ya tener una importante lista de temas en su haber, ahora rizan el rizo para definitivamente desaparecer de 2005 y salir en los años ochenta, abriendo en un gran estadio norteamericano entre bramidos ensordecedores para unos Journey que acaban de estrenar una obra con bastante tirón a la que han decidido titular Escape. A New Promise saca la faceta más retro del tándem Dennis Ward/Daniele Liverani. El primero, además de ofrecer un trabajo como vocal que pasmaría a cualquier amante de sus Pink Cream 69, consigue las mezclas idóneas para un álbum de esta magnitud. Liverani por su parte logra la perfección como músico, consiguiendo así mostrar toda una gama de facetas que ya quisiera para su carrera actual el mismo Malmsteen. Daniele puede editar discos como virtuoso, adelantarse con proyectos conceptuales de metal melódico y tintes progresivos como Genius o distraerse junto a Ward jugando con el recuerdo del AOR añejo.
Una vez más están en la cima, dispuestos a secundar la apuesta por el regreso. La recuperación del rock melódico de raíz es ya imparable, aunque todavía queda un largo camino por recorrer. Es cierto que esta corriente, y su masificación en la escudería ochentera, echó abajo a muchas propuestas que no encontraban huecos a no ser que tiñesen sus estilos con melodías pegadizas. Ahora bien, el AOR y sus derivados se ganaron a pulso su marca, y en estos días estamos comprobando que combos como Khymera logran sacarlo a flote sin mayores problemas a golpe de tonadas tan eficaces como ‘Alone‘, ‘All That I Have‘ o ‘Let It Burn‘.
AOR FINAL
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