Todos los estilos musicales tienden a desarrollarse, a mutar, y parece que hasta la fecha no se libra ninguno. No, debe ser que no calan las cosas originales, ahora la gracia que tiene todo es lograr venderlo pintado con varios colores que disimulen su estado primario. Que les puede gustar a muchos, por supuesto, aunque también hay gente a la que de vez en cuando nos apetecería seguir disfrutando de la esencia. Y bueno, The Slackers no hacen más que demostrar a algunos incrédulos que todavía se puede recordar a la vieja guardia sin tener que pedir disculpas.
Estos seis instrumentistas consiguen aunar fuerzas y desarrollar con soltura cuatro corrientes como son el ska, el calypso, el dub y el reggae. Su estilo les permite moverse con rapidez y efectividad entre dichos parámetros, para al final lograr un resultado más que aceptable. Sólo hay que fijarse ‘Old Dog‘, hacedme caso; en su concierto madrileño del pasado domingo apareció en el tercer puesto de su lista de elegidos para encandilar en las primeras ráfagas. Hay un claro juego de palabras, ya que “dog” significa perro pero también se utiliza en jerga como “tipo” o “colega”. Aquí tenemos al protagonista, ya sea canino o humano, recordando en sus últimas horas aquellos días de gloria cuando aún era el rey de las calles («si pudiera tener otra oportunidad para aullar a la luna, perseguir prostitutas bajo el calor y tener el mundo a mis pies»). La mezcla de calypso con vaivenes de vals en los estribillos, con toda la agrupación balanceándose como si tocasen sobre la cubierta del Titanic, termina por conformar una canción para el recuerdo.
Habían comenzado la velada haciendo honor al día escogido para pisar nuestra ciudad (‘Every Day Is Sunday‘), e igual de osados y para nada melindrosos lucen estos Slackers cuando se arrancan en una de sus reinvenciones, en este caso de un clásico del punk de calaveras. El ‘Attitude‘ de los Misfits también suena avasallador en clave de ska, algo que no sucederá con el ‘Like A Virgin‘ de Madonna, que se presta a las galas del medio tiempo y a los juegos humorísticos con los arreglos de viento. ‘Feed My Girl‘, ‘Crazy‘ o ‘Keep It Simple‘ contentan tanto al rude boy como al melómano de autopistas sin fronteras, mientras el deje tradicionalista de ‘Manuel‘ pone a danzar a toda la Caracol con movimientos suaves, rítmicos, girando brazos y doblando rodillas al compás.
Los bises, que se presentan en doble sesión, en dos tandas rebosantes de piezas musicales, traen los aires de la fiesta sin fin, de la noche que se hermana con el amanecer siguiente. ‘Game Of Love‘, la tonadilla que popularizase con suprema gracia Wayne Montana And The Mindbenders (original de Clint Ballard, Jr.) en el 65 del milenio pasado, sale en las rondas extras con el impulso de la píldora que te insufla la energía necesaria para subir al Kilimanjaro a la pata coja. ‘The Same Everyday‘ machaca en la cesta contraria obteniendo los ansiados dos puntos sobre el tiempo de final de partido, para algunas zancadas después recordar a Bill Withers con un ‘Ain’t No Sunshine‘ instrumental donde el teclado Korg toma el bastón de mando gracias al impetuoso Vic Ruggiero. Esencia de Skatalites, Specials, Alton Ellis, Madness, Desmond Dekker, Prince Buster o Hopeton Lewis.
Y no es que manifieste que tal vez no sea más sencillo de vender para la nueva hornada un ska rockero, algo frenético y con ciertas pizcas de rebeldía, con esos guiños con los que el complaciente comprador puede creer que logrará salvar el mundo desde el sofá de su casa. Pero, y eso bien lo demuestran The Slackers, todavía hay sitio para las figuras primeras y para las composiciones que te devuelven a la Jamaica idílica. Una pena que el verano soñado termine tan pronto.
Texto: Sergio Guillén.
Fotos: Héctor Vila