Fecha señalada en el calendario de festejos. Dos grandes bandas presentaban sus últimos discos, que sin duda estarán en las listas de lo mejor del año. Remate jugaba en casa y quizás por ello abrió la noche. Desmenuzó la esencia de Una araña a punto de comerse una mosca (Todos Nosotros, 2012), un disco que tiene el don de la exquisitez. Donde los arreglos suenan divinos y las letras nos llevan por lugares de evasión, por parajes poéticos con ese toque soñador y ligeramente surrealista. Escrito totalmente en castellano, saca todo su arsenal compositivo y el poder de la poética cotidiana más tierna (“Suelo estar”, “Su madre está enamorada de Kafka por ejemplo). Le acompañaba una banda potente (Carlos Toronado, guitarras; Ojo, bajo; Pierrot, batería; Marina Gallardo, teclados y corso; Ana Galletero, violín; una viola y una trompa) que resolvía en directo a la perfección. El único pero reprochable es su voz, Remate tiene una voz particular, que puede llegar a transmitir cierta linealidad y desgana en momentos precisos. Digamos que no es su punto fuerte pero como compositor está a la altura de los grandes. Recuperó de su anterior disco ‘Superluv. Por lo que tiene de romántico’ canciones redondas en castellano como la elegía “Típico de California”, la delicada “Iris”, la acelerada “Más allá”, la “Por lo que tiene de romántico” o el inmenso sencillo “Gigante” convertido ya en clásico. Resuelto y convincente.
Los getxotarras McEnroe juegan en la liga del slowcore, del post rock más sombrío, aunque con Las orillas (Subterfuge) consiguen dar más luz a su sonido y ofrecer su disco más redondo hasta la fecha. Un quinteto liderado por Ricardo Lezón que ofrece un directo sólido. En sus nuevas canciones el desamor sigue atacando, pero ya no duele como antaño. Empezaron con la lenta cadencia de “La Palma”, donde cita la mítica calle del barrio de Malasaña, y cómo uno puede recorrer las calles del centro de Madrid mientras se hace de día y el amor se crea o se descompone. Canciones que tienen poso de buenos momentos pero con sabor amargo como en “Agosto del 94” o “Vistahermosa”. O de las más desoladoras y entregadas canciones de amor como “Arquitecto” o “La cara noroeste”. Y dice Lezón “Pensé que yo crecería con el amor que yo te daría” [..] “Yo, yo no soy arquitecto / No sé nada de hacer los cimientos / y tu casa se me hundió”, o “Soy un animal que por ti me muero /.. / Extraña forma de vivir / estar pensando siempre en ti”. Mucho desamor que hay que regar, que limpiar en esa escucha en directo, y dar vida a esas historias que irradian desesperación, sufrimiento, pero en las que se intuye la intensidad de vivir y una luz a pesar del túnel, como en “Las mareas” la más folk del lote. Un directo sobrio pero convincente. Recuperaron joyas del pasado, de su anterior disco ‘Tu nunca morirás’ (2009) como “Los valientes”, “Los veranos” o la magnífica “Tormentas”, que desatan el fervor del público. Todo suena a cierre de fiesta hasta cuando preguntan “¿Después saldréis, no? Los jueves son las mejores noches siempre”. Los jueves señalan la mitad de la semana, ese punto de inflexión que con McEnroe se tornó por momentos de bajón pero en el que recordamos la belleza de las cosas, y del amor, pese al sufrimiento. Fue aviso de una noche de luna cuarto creciente que aventuraba borrascas para el fin de semana, introspección y en ocasión tormentas interiores.
Texto: Andrés Castaño