Pop, Post-Punk y teclados que resuenan a The Cure o al noise de Sonic Youth. Sí, amigos, Dolores es otro “grupo” más que bebe de las mismas influencias que la mayoría de grupos que están apareciendo en este aburridísimo panorama nacional tan aplaudido por unos pocos elitistas faltos de pabellón auditivo. ¿No se cansan de hacer lo mismo una y otra vez?.
Teresa Cobo se marca un LP resultón pero algo lineal bajo el original título de “Disco póstumo“. La portada, aunque huele, ya indica los caminos por los que irá este cancionero de 10 cortes: “soy triste y me gusta serlo… porque yo lo valgo“. Y es que sí, ‘Cocodrilos de marfil‘ y ‘Nicho/Loft‘ denotan una falta absoluta de entonación recordando a lo peor de la música ochentera por la que tanto viven estos que se hacen llamar “músicos alternativos”. En otras ocasiones ni se entiende lo que cantan, como es el caso de ‘KDR‘.
Arrancando este funeral está ‘Cortafuegos‘ con agravada voz y teclados hasta en la sopa que terminan mezclándose de mala manera con los chorus y los delays (originalidad de nuevo) de las guitarras, pero no se preocupen, todo acaba con ‘Avenida de América‘, tema que empieza de manera acústica… hasta que la fémina vocalista empieza a cantar: “tras el espejo roto habita el puño que se abalanzó“. Desde ahí, vuelven otra vez las escenificaciones brumosas y tediosas.
¿Quién ha dejado que un disco así vea la luz? El shoegaze aburre ya. Es hora de que se den cuenta antes de perpetrar otro atentado contra el buen gusto.
Texto: Carlos H. Vázquez