El viejo dicho universitario “lo que Natura no da, Salamanca no presta”, se puede aplicar claramente al quinteto irlandés Jaded Sun: arropados por el éxito y el talento de sus compatriotas The Answer y Glyder, estos muchachos venían precedidos por un par de discos más que correctos y por la esperanza de revivir la fantástica experiencia que aquéllos nos proporcionaran en cada una de sus visitas.

Pero no sólo de ecos vive la música. Y no sólo de técnica. Así, por mucho que el sonido fuera bueno, en el escenario resultaran solventes, técnicamente impecables y con ese regusto añejo que tanto gusta al avezado consumidor de Rock and Roll, la palpable falta de carisma, el nulo ritmo del espectáculo, lleno de parones injustificables y de una ausencia de tablas totalmente impensable en una formación de su trayectoria, y la linealidad de su interpretación lograron teñir la velada del mayor defecto atribuible a una banda de Rock and Roll: aburrimiento.

Abrieron de manera prometedora con “Breaking Through” y “Crazy Man” y alcanzaron un buen nivel con “Can’t Stop“, pero a partir de ese momento, las continuas interrupciones para reajustarse e intentar, infructuosamente, comunicarse con un público cada vez más apático, la sucesión de medios tiempos interpretados sin garra alguna y alguna insultante versión, como el “Sting Me” de los Black Crowes (¡cómo es posible transformar ese tema en semejante pastiche!), precipitaron al vacío una velada ya condenada.

Sin embargo, no quisiéramos terminar esta crónica sin apuntar ciertos brotes de esperanza: tal vez con algunos kilómetros más de carretera, tal vez si de sus conciudadanos aprenden cómo hay que sentir la música para transmitir, y no sólo interpretar, por muy correctamente que se haga, notas como sacadas de una partitura recién leída, tal vez si abandonaran esa pose de palurda suficiencia y se acercaran ligeramente al espíritu del estilo en el cual intentan triunfar, llegarían a ser capaces de emocionar, de hacer vibrar a una audiencia plenamente dispuesta a ello. O tal vez no. Porque, como dicen en mi tierra, “si no hay mata, no hay patata”.

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Texto y fotos:Almudena Eced