El hecho de que el cantante muera complica bastante el futuro de un grupo. La mayoría se disuelven directamente, pero unos pocos deciden jugársela y buscar otro que esté a la altura del anterior, o al menos resulte lo suficientemente digno como para perdurar un poco más en el tiempo. Casi ningún grupo sale airoso, pero hay algunos, muy pocos, que consiguen combinar todos los factores necesarios para que el resultado merezca la pena: calidad vocal, talento, buen directo y honor. Este último es lo que hace que además de tener la capacidad de dar un buen concierto, logres también homenajear al que ya no está y transmitas esa emoción a un público pendiente de cada uno de tus movimientos. Shannon Hoon ya no está. Murió de sobredosis de cocaína a mediados de los noventa. Su sustituto es Travis Warren y él lo ha hecho posible. Ya nos demostró en el 2008, en el Azkena Rock, que su valía como cantante era incuestionable, pero aún no formaba realmente parte del grupo. Un año después surgió un conflicto con el resto de la banda y salió espantado. En esta ocasión consiguió lo que hasta ese momento parecía impensable: llegarnos a todos al corazón.
En Madrid tuvimos el honor de presencial el último de la gira 20 aniversario del primer disco de Blind Melon. Además tuvo lugar en el mejor enclave ordinario que se podría haber elegido: la sala Joy Eslava. La genial “Galaxy” y Travis enmascarado con la careta de Guy Fawkes, en una clara alusión a Anonymous, fueron el detonante de la fiesta. Y a partir de ahí un sinfín de clásicos “Paper Scratcher“, “Soak the sin“, “Walk“, “Drive“, “Skinned“, “Maouthful of Cavities” o la inmortal “Change“, con un escenario lleno de sonrisas y miradas complices. Un sentimiento que se impregnó hasta la médula en todos los allí presentes, cantando en un coro conjunto melodías tan emblemáticas como el himno “No Rain“. El enorme Roger Stevens a la guitarra solista sacando magia de sus dedos, Brad Smith contagiando al público su felicidad sobre las tablas y Christopher Thorn y Glen Graham, haciendo un trabajo impecable en segunda línea. Bueno, y Travis pletórico, pellizcando teatralmente el viento y zambulléndose en el público cada dos por tres. Con el público ya totalmente ganado hizo lo que todos esperábamos, una dedicatoria por partida doble al ausente Shannon: por un lado confesó su profunda admiración por la banda que hizo en los noventa la música que tanto le marcó y les agradeció darle la increíble oportunidad de formar ahora parte de ella. Por otro lado le recordó con la única referencia a su último disco, la notable “For My Friends” y una emotiva despedida que comenzó con “Change“, la canción compuesta por Shannon y que adorna su lápida, seguida de “Time” y “Pusher“. Su memoria se convirtió en algo hermoso en lugar de una pesada losa. La noche se envolvió en una sábana blanca de positiva nostalgia y la añoranza de otros tiempos nos hizo reír en vez de llorar. Ahora albergamos un recuerdo suficientemente especial como para desear con todas nuestras fuerzas que Blind Melon hayan regresado a casa con ganas de volver a grabar y girar juntos. Porque hay demasiado talento en ellos como para que nos priven del privilegio de volver a pasar una noche así. Horas después, ya medio beodos, confesaron que volverían al Azkena Rock 2013. Que así sea.