La banda sueca sigue en su camino analógico de hard rock setentero con su tercer y más reciente trabajo. Si de la disolución de Norrksen Witchcraft se quedó con la parte más genuina e inspirada, Graveyard lo hizo de aquella más nostálgica y adecuada para todos los oídos. Porque lo cierto es que su sonido está bien pulido y tiene una extraña calidez más propia de otros géneros que del rock en el ellos se inspiran.
Como también ocurría con su anterior Hisingen Blues en este Lights Out las sensaciones son buenas en una primera escucha, pero la cosa mejora bastante a medida que se dedica algo de tiempo al disco. No es que su música precise de una atención especial por parte del oyente y no buscan la complejidad en ningún momento, pero muchas de sus melodías y los ambientes más pausados se disfrutan mucho más con algo de tiempo. Y esto es lo que ocurre por ejemplo con Slow Motion Countdown, muy en la línea de No Good, Mr. Holden de su anterior disco, aunque algo menos directa pero mucho más dramática e intensa. Y el tono se mantiene interesante con Seven Seven, muy a lo Stooges; Endless Night, con un riff enormemente pegadizo; o Fool In The End y The Suits, The Law & The Uniform, ambas muy basadas en el sonido de bandas como Ten years After, Free o Steppenwolf.
Lights Out está desprovisto de artificios. No hay trucos y lo que tenemos aquí son un puñado de canciones breves cuyo valor reside en la tensión y la intensidad que poseen. Graveyard lo han apostado todo de nuevo a su habilidad para componer temas muy efectivos sobre un terreno más que desarrollado. Nada nuevo sí, pero al menos en cada disco se encargan de incluir cuatro o cinco cortes que merecen bastante la pena y eso les ha valido en los últimos años para ser reconocidos, lo que deja entrever que a veces tan sólo se trata de sacar unas cuantas buenas composiciones.
Texto: Juan Manuel Vilches
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