Desde que los Dropkick Murphys olvidaran su rencor por Madrid tras los sucesos de la sala El Grito, no paran de venir y la verdad es que sus conciertos son de obligada asistencia para cualquier amante del punk rock, la música irlandesa y la fiesta, en general. Por ello su popularidad no deja de aumentar y el número de entradas que venden ya es directamente proporcional a su declive artístico. Este era uno de esos grupos que yo creía incapaz de dar un mal concierto, pero el verano pasado en el Azkena Rock de Vitoria me demostraron que sí, que eso también saben hacerlo. Eso, unido a que llevan desde el 2005 sin sacar un buen disco, ha provocado que ya uno vaya a su bolo con muchas ganas de pasárselo bien, pero también con bastantes recelos.
Los teloneros españoles no podrían haber sido mejor escogidos por la promotora. La Maravillosa Orquesta del Alcohol, mejor conocidos por sus siglas La M.O.D.A, son un grupo burgalés de folk-rock con ramalazos punkrockers, que ya habían venido a la capital en otras ocasiones, pero que hasta este momento no habían tocado ante todo el público que merecen. Son muy populares en tierras castellanas y después de estas dos fechas junto a los Murphys estamos seguros de que también empezarán a serlo en todo el país. Pese a ser el primer grupo de la tarde una generosa congregación se puso a los pies del escenario para disfrutar con su propuesta. El sonido no acompañó, como suele ser habitual en la Riviera, pero supieron llenar hasta el último centímetro del escenario. Sus nuevos temas son una delicia y lograron que su actuación se nos hiciera demasiado corta. Sin duda una de las formaciones más interesantes surgidas en los últimos años dentro de nuestras fronteras.
El siguiente en coger la batuta fue el gran Frank Turner y sus Sleeping Souls. Este cantautor inglés no ha podido reconducir mejor su carrera. Con su anterior formación de hardcore-punk Million Dead no se comía una rosca así que pensó: ¿y si me subo al carro de los cantantes de punk que tocan canciones en acústico? La diferencia con la mayoría es que éste tiene verdadero talento y además de hacer buenas canciones, rebosa carisma. Lo comprobamos en su primera visita a nuestro país, también en el Azkena Rock, y allí ya pudimos ser testigos de su valía. La diferencia es que ahora nos sabemos las canciones y eso hizo que disfrutáramos como enanos del concierto. Tocó todo lo que esperábamos oír, “Wessex Boy“, “If Ever I Stray” o su tema más popular “I Still Believe“. Nos hizo agacharnos, dar palmas, corear… hizo que en una sala tan fría y grande como esa nos sintiéramos como en el salón de nuestra casa. Una de esas actuaciones que caldean el alma y pintan sonrisas tanto en las jetas de los fans, como en las de los escépticos.
El listón estaba muy alto, pero amamos tanto la música de los Dropckick Murphys que no podíamos evitar pensar que iba a ser un buen concierto mientras el público arengaba con el clásico cántico Let’s go Murphys. Aunque inolvidable ya sabíamos que no iba a ser tras enterarnos de la baja del imprescindible Ken Casey, bajista y segundo cantante de la formación. Al parecer se encontraba en un acto benéfico junto a Springsteen y eso imposibilitó su imprescindible presencia. Aún así nos entregamos desde el primer momento con “The Boys Are Back“, animado single de su nuevo disco. Todo el peso recayó en la figura de Al Barr y su ajada voz que tanto nos encanta, pero que inevitablemente se queda insuficiente. Además, el setlist comenzó bastante irregular, plagado de temas nuevos y alguna que otra joya, como “The State Of Massachusetts“, “The Warrior’s Code“, la versión de “Working” de Cock Sparrer, o “Citizen C.I.A“, que al menos en esta ocasión no tocaron en acústico, como se les ocurrió hacer la última vez que les vimos.
Sin embargo, no fue hasta que Frank Turner entró otra vez en escena para robarles de nuevo todo el protagonismo hasta que se levantó el concierto. Junto a Barr cantó “Rose Tattoo“, la mejor canción del último disco, el clásico “The Irish Rover“, “Worker’s Song” y la canción que, gracias a Scorsese, les dio fama mundial, la imbatible “I’m Shipping Up to Boston“. Tras esta los animados bises que siempre acaban dejando completamente exhausta a la parroquia y que, en esta ocasión, fueron “Barroom Hero“, su última balada “End of the Night“, con la que acabaron subiéndose a las tablas todos los punks de un día al año, la potente “Skinhead on the MBTA”, su habitual versión de “T.N.T” de AC/DC y la fantástica versión del clásico “Alcohol” del icono de Boston Gan Green, en la que ayudó enérgicamente en el apartado vocal el gaitero Scruffy Wallace.
Recapitulando, fue un concierto lastrado por la ausencia de Ken Casey, un set list muy mediocre y una tediosa falta de ritmo provocada por los constantes parones entre canción y canción para dar pie a la verborrea de Al Barr. Vale que haga el numerito de presentar a todos los miembros de la banda para que cada uno se lleve su propio aplauso, pero de ahí a mencionar uno a uno, a toda la crew, desde pipas, técnicos, managers a encargados del merchandising, hay un trecho. Por un momento creí que nos iba a presentar hasta a las groupies. En fin, aún así nos lo pasamos bien. Siguen teniendo presencia, sonidazo y buenos temas. Y nosotros ganas de fiesta, así que nada, hasta otra.