Dorothy Mae Whitsett, Lady Dottie, es una superviviente nata que superó a base de talento, tesón y música un entorno tan abiertamente hostil como el de la Alabama de los años 50, si eras mujer, joven y negra. De ahí proviene, sin duda, la fuerza de su música, influida a partes iguales por el Rock más primigenio, el Soul o el Blues, y una cierta calidez en la voz que la hace muy cercana al Gospel. La peculiaridad proviene de su banda acompañante, ese muro de sonido que son los Diamonds, dos de cuyos componentes forman también parte de los notabilísimos Dirty Sweets, y que logran modernizar un sonido clásico y ligeramente manido.
Por medio de un setlist acelerado, Lady Dottie recorrió junto a sus Diamantes varias décadas de la Historia reciente de la música intercalando temas propios (tremendas “Come Along Together” o “I Ain’t Mad Atch Ya“) con incendiarias versiones de clásicos como “Have Love Will Travel” de Richard Berry, “Wang Dang Doodle” de Willie Dixon, el mix de “I Just Want to Make Love to You” del propio Dixon con “Born To Be Wild“, de Steppenwolf o la brutal “Mother” de Danzig, con la que cerraría el concierto. Y no fue la gran dama, esa fuerza de la Naturaleza, lo más notable de la velada.
Porque, pese a lo tremendo de su voz, a su presencia arrolladora y a sus más que demostradas tablas, al César lo que es del César, fueron sus Diamantes los que brillaron con luz propia, llegando a eclipsar en ocasiones a la protagonista de la velada, sin desmerecer en absoluto su actuación. Habrá que estar pendientes de la venida, allá por abril, de los Dirty Sweets, grupo de cierta fama capitaneado por el diamantino Nathan Beale. Porque, siempre a juicio de quien esto escribe, si la gran dama alcanzó el notable alto, sus jóvenes acompañantes rozaron el pasado día 13 la matrícula de honor.