Practicamente al mismo tiempo en el que los Beatles desembarcaban en América con su revolución, a unos adolescentes del estado de Washington les servía cualquier lugar para enchufar sus instrumentos, elevar la distorsión al máximo y aullar la historia de una bruja recién llegada a la ciudad. Cuarenta años después los “salvajes” escarabajos ya no lo son tanto, y hace falta mucho más que mentar a una hechicera para ser considerado satánico, sin embargo, algunas cosas no cambian y las canciones de los Sonics siguen resultado tan enérgicas y feroces como el primer día.
¿Cómo responden en directo unos sexagenarios cuatro décadas después de romper todos los esquemas del rock? pues bastante bien. Su interpretación de temas como Boss Hoss o Strychnine muestran a las claras el aporte extra de vitalidad que una banda siempre debe tener, aunque la edad no perdona, y uno de los reclamos de la banda, los gritos y la voz de Gerry Roslie han desaparecido. Ya nadie le compararía con Little Richard y los mejores gritos blancos del rock viven enlatados en sus adorados LPs.
Las canciones más agudas ahora son cantadas por el bajista, como la atropellada Keep A Knockin’ o Cinderella, donde Roslie sí pudo despacharse a gusto con los teclados. El guitarrista Larry Parypa protagonizó la que es considerada la mejor versión de Louie Louie de la historia y el saxo Rod Lind, tercer miembro original que visitó Madrid, espoleó a un público que llenó la sala.
Pioneros de casi todo, distorsión, letras, gritos… siempre reinvidicados desde el underground, y ahora, gracias (entre otras cosas) a internet, han vuelto más populares que nunca. Impartiendo lecciones de música hasta que el cuerpo aguante.
Texto: pointer
Fotos: Raúl Ranz