Hubo una época en la que el Punk Rock no era un estilo de música en el que tu salud estaba a buen recaudo. Los tiempos cambian y muchas veces con ellos se prostituye hasta la dignidad. A menudo es lo que primero cae, de hecho. En la actualidad puedes ir a un concierto de Punk y salir de él sobrio y sin despeinarte. Esto es algo que se me haría muy extraño si hubiera vivido la época extrema del estilo realmente extremo de la historia de la música; cuando no había ni marcas, ni estereotipos, ni maquillaje; cuando nació un género que resultó ser un puñetazo al sistema, a la sociedad y a lo políticamente correcto en términos generales. En puntos concretos del mundo como Inglaterra o Estados Unidos estallaron detonantes que pusieron muchas cosas bocabajo. California fue uno de esos puntos y The Germs uno de los detonantes. Supusieron el cigarro que quemaba la piel de los incautos. Y así surgió el símbolo de un grupo que rompería moldes y encharcaría el final de la década de los setenta de sangre, bilis y rabia visceral. El tiempo mató al espíritu pero no a la música. Aunque sólo fuera por ella nos acercamos a la madrileña Boite el pasado 18 de diciembre y así presenciar el regreso de los Germs.
The Germs fueron tan intensos y breves como el fogonazo de un rayo. Apenas tres años de existencia y un único álbum: (GI). Infravalorado por la mayoría y encumbrado por unos pocos, entre los que me incluyo, como uno de los más importantes de la historia del Punk. El fin del grupo llegó con la muerte a los veintidós años del alma y rostro germinal: Darby Crash. El día antes de que muriera John Lennon asesinado, Darby cogió papel y boli y escribió “Aquí yace Darby“, dibujó una flecha y lo clavó en la pared. Se sentó debajo y se inyectó una dosis mortal de heroína. Hizo un poco el paripé imitando una crucifixión y seguramente partiéndose de risa hasta que su organismo se desinfló dejando paso a la leyenda. Su entierro fue estúpido, como todos los entierros de los mártires de la autodestrucción. Peleas, saliva pastosa y muerte por los pecados de uno mismo. Y por lo demás, la vida siguió su curso. Pat Smear, el guitarrista, continúo su trayectoria primero con Nina Hagen y después en Nirvana hasta la muerte de Cobain. Puede que Pat sea gafe, me imagino que se lo habrá planteado. Posteriormente Dave Grohl se lo llevó a Foo Fighters hasta que los problemas surgieron y decidió abandonar en el 97.
Esta es la primera parte de la historia. La segunda es un poco extraña pero ya se sabe, las segundas partes o bien son raras o bien algo totalmente prescindible. En este ocasión puede que tenga un poco de ambas cosas. El caso es que por devenires de la vida The Germs volvieron a reunirse en el 2005 (Eso no es lo raro, ahora todos lo hacen) y como sustituto de Crash entró el actor de comedias románticas o sucedáneos, Shane West. Es sobre todo conocido por sus papeles en las series ER y Once and Again y la película A Walk to Remember. Así que nada, se pintó un poco de sangre de mentira en el pecho e interpretó a Darby Crash en el mediocre biopic de los Germs What We do Secret. A Smear y compañía les convenció tanto su interpretación que le hicieron fijo para que formara parte de la banda. Y el pasado viernes llegaron a Madrid para mostrarnos de que va ahora la historia.
Una promoción deficiente, por no decir inexistente, nos hizo temer lo peor en cuanto a asistencia se refiere. Si ya es difícil que la gente vaya a conciertos habiéndose enterado de que los hay es bastante descabellado confiar en el boca a boca o la iniciativa propia de búsqueda de información. Cinco minutos antes de que los angelinos se subieran al escenario se confirmaron nuestros temores al contemplar la sala medio vacía. O medio llena, según se quiera ver. Con cuatro gatos, en cualquier caso. Un cabeceo fruto de una mezcla de resignación y decepción y a disfrutar del concierto. Abrió el set “What We Do is Secret“, la primera canción que escuché de los Germs y la que daba el pistoletazo de salida del soberbio cartucho (GI), producido por Joan Jett hace treinta años. Después la grandísima “Media Blitz” y tras ella una ácida “Lexicon Devil“. Ya llevábamos tres temas con lo que podíamos hacer una primera valoración de la situación.
Pat está mayor, creo que es inevitable, pero resuelto aun así. Lorna Doom y Dom Bolles también parecen haber sido sacados del geriátrico, pero tuvieron la sonrisa pintada en la cara durante todo el concierto. Y el “novato” de la cuadrilla, Shane West, canta bien y resulta creíble en el aspecto musical. Supongo que sus dotes interpretativas le ayudan a ejecutar la performance y se nota que se encuentra cómodo en su papel. Y cuando digo “su papel” me refiero al aspecto más estricto del término. Es un actor interpretando a un punk y se nota. Pose de chico malo con la botella de Jim Beam y el cigarro arrugado por un lado y camiseta recién comprada de la tarada de Texas Terri y gaymbos de Calvin Klein por otro. Pero bueno, todos, empezando por él, sabemos lo que hay. Tampoco hay que darle más importancia y tampoco esperábamos mucho más que escuchar canciones como “Strange Notes” o “American Leather” ejecutadas en directo.
A excepción de West, que correteaba de un lado a otro y se abrazaba a las paredes con esmero, el hieratismo dominó el escenario. El público se comportó del mismo modo y excepto media docena de fans entregados, el máximo movimiento que pudimos ver fueron leves cabeceos al ritmo de la percusión y efímeros coros. Mientras tanto el también cantante de Jonny Was’ trajo de cabeza al técnico con su jugueteo con el robot luminoso, los bafles y algún que otro cable.
El concierto fue clausurado con los himnos “Out Of Time“, “The Slave” y la apoteósica “Richie Dagger’s Crime“. Y se acabó. No confiábamos que fueran a prender literalmente fuego al escenario como en aquel concierto que cuenta la leyenda pero sí deseábamos algo, e incluso bastante, más. Venga, ¿un aprobado? Vale, pero raspado. Polvo al polvo. “We’re dust“, ya lo gritaba Darby. Simplemente les vimos treinta años tarde. Somos la generación que llega a tarde a todo, qué le vamos a hacer. Pero estuvo bien, ¿eh?
Fotos por Pat Blanco y texto por Javi JB
Crónica de The Germs, 18/12/09 en La Boite, Madrid3 thoughts on “”
a Javi JB
buena crónica.
antes de comenzar los germs sonaron en la sala varios temas bastante buenos que no conocía (tipo himnos punk cantables). quizás alguien podría decirme qué grupos eran. gracias.
salute
Habría que escribir al dj… xD
No quiero ir de listillo pero deberías informarte mejor: Darby Crash no pegó ninguna nota en la pared ni se tumbó en el suelo en forma de cruz ni nada por el estilo, todo eso es parte de la leyenda que lo hace más romántico si cabe (aunque no sé qué hay de romántico en una sobredosis -intencionada- de heroína); simplemente se metió un chute, se abrazó a la tia con la que estaba y murió, nada más. Era lo suficientemente inteligente como para saber que la fama llega después de muerto, no antes, aunque en su caso le salió el tiro por la culata al ser asesinado John Lennon al día siguiente y por lo tanto su muerte quedó relegada a una simple noticia local. Todo esto está en el libro Lexicon Devil y en un documental holandés de 1981 titulado “Surf Punks” en el que le hacen una entrevista (entre otros) a la tia que estaba con Darby ese dia (Casey Cola).