Si ya es complicado conseguir subirse a un escenario en Madrid, por la política del no innovar de algunas salas que se hacen conocer como las salas de las oportunidades y cuyas oportunidades no van más allá de la cata de un nuevo garrafón de peor calidad que el anterior (de este tema no quiero hablar porque, como dicen por ahí, “se dice el pecado pero no el pecador” y, sinceramente, para eso no me pongo a gastar tinta), ahora será mucho más complicado con esa nueva ley que Gallardón (que casualmente rima con garrafón…) se ha sacado de la manga para prohibir la música en directo en los bares.
Empiezo a unir ideas y sensaciones y veo un abismo tremendo bajo mis pies. Seamos sinceros… los cantautores viven o vivimos (alguna que otra vez) de esos pequeños bares que ponen a nuestra disposición escenarios enanos para que, con una simple guitarra, toquemos la banda sonora de una noche cualquiera. No todos los días podemos darnos el lujo de llenar un Teatro, o una Sala que, por causas de la rueda de la suerte, se ha posado en nuestra casilla y, fíjate por donde, nos deja tocar allí…
Puede que suene apocalíptico pero siento que esto no va a traer consigo más que problemas y, en parte, es por ello por lo que este blog lleva sin actualizarse tanto tiempo. Cuando llegas al punto en el que dejas de creer en la música y empiezas a “odiar” a quienes quieren acabar con ella, lo mejor es atrincherarse, limpiar las armas (en este caso la pluma y el papel) y dejar que los vientos sobrevuelen nuestra cabeza para recapacitar, para darle un nuevo aire a lo que tantas y tantas veces has hecho, por lo que tanto tiempo has vivido.
Sinceramente es un tema que me toca mucho la moral (por no decir otra cosa…). Señoras y señores, no sé cómo lo vamos a hacer… puede que, de aquí a unos días, tengamos que volver a esas salas a las que prometimos no volver a entrar (su programación deja mucho que desear y luego se repite durante meses en el estómago y sobre el escenario) y esto se convierta en una rutina diaria de hablar siempre de lo mismo y de los mismos.
Por mi parte, si es así, tiro la toalla. Pero dicen que, mientras hay vida hay esperanza ¿no?, bien, sigamos pateándonos las calles en busca de nuevas voces, de nuevos estilos… sin olvidar las viejas glorias de la canción de autor (que nadie se eche las manos a la cabeza) y estoy segura de que, poco a poco, haremos que este canciondeautor tenga, de nuevo, brillo y deje que las aguas que ahora están estancadas fluyan y desaparezcan dándole nuevos aires.
Nunca nos fuimos pero es de rigor decir aquello de… ¡hemos vuelto!
Toñy Espada