Cierto es que el folk, a pesar de recibir a menudo un acompañamiento orquestal donde los instrumentos de cuerda y viento son unos socios bien recibidos, sienta sus fundamentales bases en la composición y el mensaje (muchas veces bucólico) de sus letras. En este espacio se podría ponderar a sus múltiples autores, más en los últimos tiempos, cuando el auge del folk se mezcla con tendencias cercanas al pop y el rock.
El caso del vigués Abraham Boba no es diferente. Refuerza la labor de sus tres acompañantes (bajo, batería y chelo) con la solidez explícita que transmiten lo directo que desean enunciar el nada escondido y poco fingido mensaje de sus frases. La trama que cuentan sus letras narra la historia de pasiones, recuerdos y vacíos que deja el sentimiento amoroso, como trasfondo de unas rimas que Abraham Boba domina con suma perplejidad. Así, se habla de que “ya no volveré a viajar” y “no hay estaciones, como no hay instrucciones para amar“, canta sin desatender a esta ausencia que tanto le pesa, a los amores perdidos y a un pasado inacabado. Hablando del frío que provoca la falta de amor (“… ahora tu cama es de piedra“) y, a la vez, disimulando una canción de amor, entre las infinitas que se han escrito, tomándola desde un punto de vista nada aristocrático: “Hagamos otra canción de amor para gente tan ingenua como yo“. Para afirmar, aquí mismo, una vez dicho esto, que ” No hay suficientes canciones de amor“, sin ánimo de crear confusión, sino la misma que maneja los complicados comportamientos de la vida en pareja. Por eso, igual, canta con desdén eso de que “A veces retrocedo lo que nunca quise andar“.
Porque siempre con dulce ironía y a veces con cierto humor negro, narra sus historias, como la que cuenta aquella de los hermanos y hermanas Sánchez, que nunca se rodeaban de alguien que supiese de arte.
Y si buscábamos para Abraham Boba un compañero de viaje, nadie mejor que Julio de la Rosa, para cantar, esta vez cercano al rock, algo así como “eres tóxica y letal“, entre guitarras que piensen en mujeres distantes y hombres abandonados a su suerte.
Abraham Boba, así, demuestra ser un afinado trovador de historias de la vida real y de la vida en pareja; otro autor capaz de dar a los instrumentos la excusa para inventar mundos donde cada cual lance su imaginación en experiencias que no tocan de cerca.
Tras él, Aaron Thomas, que invitó a sumarse al grupo a Abraham Boba a los teclados, fue una auténtica sorpresa. Esto es, si no tenemos en cuenta su notable primer álbum (“Follow the elephants“) ni la expectación que crea su inminente (se publica a finales de octubre) “Made of wood“, tras verle tocar en directo. Porque su espontaneidad, sus gestos de cantautor “amateur” y su clara disposición para agradar a su público y divertirse con sus músicos quedan lejos de parecer un cantante con pocas ganas de ofrecer lo que regala. Y es, ni más ni menos, que cantar unas grandes canciones muy bien cantadas, con una voz que en sus tonos altos, llegan casi al falsete.
Sus canciones me recuerdan a aquellas que tan agradables provenían de ese magnífico álbum que firmó Johan en 2006, “THX”; esas melodías de “power-pop” que se te quedan pegadas a la memoria a la primera escucha y que en directo consiguen engrandecerse, a fuerza de cantarlas con tanta pasión como franqueza.
Aaron Thomas se mereció mucho, mucho más que la mitad de esa sala que medio llenaba el espacio que rodeaban esas dieciocho columnas del recinto. Porque a todos nos dejó noqueados ante tanta sobrada fuerza de talento. Sus canciones parecen cantadas desde las profundas marcas que deja la sencillez y la imponente redondez que puede dejar boquiabierto al no conocedor de su entrañable directo y lo que puede conseguir con esas composiciones tan bien resueltas, llevándolas al terreno de lo físico; el tú a tú entre Aaron Thomas y su público gana enteros en vivo y le consolidan como un futuro y prometedor artista para todo aquel seguidor de Andrew Bird que se precie. Si pueden, no se pierdan su directo. Atentos quedamos, pues, a su nuevo trabajo. Tenemos un nuevo héroe y se llama Aaron Thomas.
Texto y fotografías: Ángel Del Olmo
Abraham Boba y Aaron Thomas. Círculo de Bellas Artes. Madrid, 24/09/091 thought on “”
O Trans Europe Express também é molivarhaso, adoro, e acho até mais redondinho que o Radio-Activity.