Foto: Adriana Calcanhotto
Foto: Marianne Faithfull
Marianne Faithfull salió acompañada de un guitarrista virtuoso, que con su pedalera conseguía incluir varias guitarras, grabándolas previamente. La musa del rock and roll tiene encanto, humildad, pero su voz quebrada no consigue cautivar. Canta historias malditas que le quedan lejos de sus tiempos de juventud, y que recuerda aquellos setenta como groupie junto Keith Richards y Mick Jagger. Recupera las canciones que le escribieron los dos Rolling, la maravilla que es “As tears go by“, o también “Sister morphine” o la más reciente “Sing me back home“. Rescata “Broken english“, pero algo no encaja en el puzzle. Quizás las piezas no son tan magnas para engancharnos o su voz se pierde en la noche. En sus últimos discos se ha sabido juntar con los mejores músicos de la escena británica, Jarvis Cocker, Beck, Rufus Wainwright, Anthony (& the Jonhnsons) o Nick Cave, pero aún así falta algo. Gustó su canción compuesta por Nick Cave “Crazy love“. Algunas canciones sobresalen pero el resultado global deja indiferente. El público la honró con muchos aplausos. Faithfull desprende simpatía y se rodea de buenos músicos y compositores, pero eso no es suficiente para que la fórmula funcione. Y su concierto no pasó de lo correcto, con canciones memorables y otras que no pasan de lo correcto. Una mujer que fue testigo de lo grande del rock and roll, pero nada más, y nada menos.
Texto: Andrés Castaño
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