Que Ainara Legardon defienda su último trabajo dando la vuelta a la aspereza de sus últimas canciones de estudio, transformándolas en directo en locuaces canciones de rock, es algo que no debería sorprender al seguidor más aventajado de una corriente nacional poderosa, amparada por otras muestras de talento de igual talla, como es el ejemplo de Anari (quien, por cierto, actúa en el mismo escenario en pocos días). El caso era quemar y la llama que rezuma su último disco daba para eso y mucho más. Y empapa su repertorio de la misma concisión que se escucha en sus discos. Sólo que de otra manera. Es una artista que no defrauda en vivo, a pesar de que la línea homogénea de sus directos se la sepan de memoria la gran mayoría de sus seguidores. Y en Moby Dick, donde ha actuado en numerosas ocasiones, la tratan con el mayor de los respetos posibles.
Respaldada por contrabajo y batería, el grupo sabe extraer la rabia escondida, sobre todo, en el último trabajo que acaba de publicar, un “Forgive me if I don’t come home to sleep tonight” cuya adicción, tras cuatro años sin grabar álbum, sigue recorriendo las brumas del folk y el rock más indócil e igual de intratable que cautivador.
Ainara Legardon se mostró muy segura y firme a la guitarra, sabiendo cambiar el tono de las melodías; unas canciones que, normalmente, comienzan en un tono cálido para romper esas líneas y hacerlas más sinuosas; que las guitarras hacen ruidosas.
Su último trabajo, que funciona como un tríptico acabado con sus dos discos anteriores, da forma a la pasión contenida que revienta cuando se presentan sus canciones en vivo. Parece querer hacer estallar toda la calma que guardan las canciones. Y vaya si lo hace. Siempre valiente, Ainara Legardon sigue siendo una de las claves sonoras de la música rock nacional. Se aleja de cualquier tipo de modas para conseguir adherir la impresión de que algo consigue mover, agitar y alborotar en nuestra escena musical.
Tras el trío, los estadounidenses Glorytellers, con Geoff Farina al mando, dieron un brillo a su último disco, “Atone“, que sorprendió (por su melancolía, firmeza y candidez) al público que se acercó a Moby Dick aquella noche. Si su disco de estudio tiene una colección más que notable de contagiosas canciones, en directo las engrandecen hasta límites donde la voz acompaña con una sutilidad que hace enorme su sencilla puesta en escena. No necesitaron más que mostrar lo excelentes que pueden llegar a ser sus temas grabados y en vivo, consiguen disparar al infinito, sin ningún ápice de duda, el enorme poder de sus templados temas. Y la imagen que dan en directo es la de un grupo que canta con una inmensa tranquilidad sus composiciones, como si hubiesen sido hechas hace mucho tiempo y la transforman en sabias, poderosas y contagiosas muestras de seducción. Un grupo a seguir de aquí en adelante.
En resumen, dos grupos que saben vaciar la fuerza de sus trabajos de estudio, llenando de diferentes colores lo diáfano e inteligente que se traen entre manos y regalan a su público.
Texto y fotografía: Ángel Del Olmo
Ainara Legardon y Glorytellers. Madrid, sala Moby Dick, 24-02-101 thought on “”