Ainara LeGardon y Lisabö. Sala Moby Dick. Madrid, 26-05-2012

No esperábamos menos y las expectativas se cumplieron. Los vándalos Lisabö dejaron todo asolado a su paso, con su hardcore a veces melódico, siempre abrumador, una vez más nos cogieron por los pelos y nos arrastraron por una Moby Dick llena, saciada de rock que sudaba por sus paredes un directo que sigue siendo incontestable desde que Irún les vio nacer allá por 1998.

Abrió la noche una Ainara LeGardon a la que habíamos visto hacía algunas semanas en la misma sala. Esta vez sólo quiso dejar claro que la noche no era la suya, sino dejar la puerta abierta para que entraran los de Irún. Que tres meses atrás Moby Dick estuviera medio vacía da fe de lo perezosos y las pocas excusas que tenemos en escuchar buena música. Ainara LeGardon pone muchas ganas en todo lo que hace, ya sea hora y media o en 30 minutos enchufada a su guitarra (que cada vez toca mejor…). Como siempre, agradecida al público que la escuchaba, cumplió con un repertorio que la hace sentirse cómoda y suelta en un escenario que es más suyo que de nadie. A medida que se van repitiendo sus canciones uno se da cuenta que su último álbum es tan bueno como cualquiera de los anteriores. Y si muchos esperaban “Thirsty” como pieza clave de su selección de temas, lo tienen difícil porque el resto suenan igual de irrebatibles que muchas de las que pueblan sus anteriores discos de estudio. Es un artista que se esfuerza en hacer clásico su catálogo, sin que ninguna canción sobresalga del resto. Y la sensación que queda es de ese tormento con una suavidad que enternece.
Como dijo una buena amiga, Ainara no abre los ojos en ninguna de sus canciones; de esta manera se le escucha sentir lo que canta, a pesar de que la distancia que cubre el escenario del público se pueda hacer mayor a los que no conozcan su música.

Lisabö, por su parte, agarran las cuatro guitarras por las cuerdas y arrastran sus dos baterías de dos toneladas de ruido ensordecedor con sus categóricos golpes por encima de sus seguidores. Y todos quedamos aplastados por el fulgor de su abrasador directo. El grupo irundarra es único en un país plagado de descerebrados, aburrido y plasta y el que exista un grupo como éste da fe de que existe una trinchera donde esconderse. Para no salir en mucho tiempo. Arrojan tierra a la cara, salpican su fulminante muro de guitarras hacia el corazón con unas punzadas que te dejan enterrado; y además se lo pasan en grande, contagiando su magia (que la tienen a raudales) y derramándola con cubos de giros melódicos (que también los tienen…) que te ahogan en su hora y media de éxtasis y asombro. Cuando frenaban el ritmo uno pensaba: “Ay ama, la que nos viene ahora” y dos segundos después el grito, la sincronización perfecta de sus baterías,-dignas de estudio, por cierto- y el huracán de las guitarras se nos venía encima. Y todo caía, como una lluvia de ímpetu cuyo ardor le pone a uno los pelos como escarpias. Todo lo tenían bien sujeto: las voces, los gritos, las guitarras y las baterías (dios mío, ¡y qué baterías!). Cada vez que lo recuerdo me pongo a temblar.

Dices tres veces Lisabö y el post-rock de Mogwai lo conviertes en Enya. El grupo, que puede beber directamente de una herencia vasca, mucho más lejana, eso sí, del ska y el punk de Su Ta Gar y más cercana a grupos como (por supuesto) Dut, Sonic Youth y otro poquito de los franceses Experience, acaba de ser inclasificable e incomparable en un panorama que deja de ser desolador gracias a ellos.

Poco más que decir, mucho más que contar. Encantados con su público, Lisabö que invitaron a varios espontáneos a tocar la guitarra al final orgásmico de su noche, vienen del espacio exterior como un meteorito que estalla en millones de pedazos en este cargante país y pulverizan ese aburrimiento con una carga atómica de rock árido, tajante y devastador. Decir únicos sería ser muy mezquino. Su fuerza descomunal los convierte en superhéroes de todos nosotros. Músculo y fuerza. Y el resto, si no les place, que sigan elogiando a otros como Tintín, que era un blando de narices. Ikusi arte Lisabö, ta ondo pasa!


Texto: Ángel Del Olmo

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