Crónica Albert Hammond Jr. @ Joy Eslava, Madrid — 16/12/2013

Es probable que más de uno fuera al concierto de Hammond Jr. con la esperanza de escuchar alguna canción de The Strokes… Pero no iba a caer esa breva. Noel Gallagher no hubiera salido vivo de La Riviera en noviembre de 2011 de haberse ido sin tocar “Wonderwall” y otros clásicos de Oasis que, al fin y al cabo, llevan su firma. En el caso del guitarrista de la banda neoyorquina, aún habiendo compuesto algún tema junto a Julian Casablancas, tampoco le hacía falta recurrir a ese material, porque cuenta con uno propio de gran calidad. Y, sí, uno cargado de guitarras irremediablemente strokianas que tuvieron que aliviar esos deseos.

A la sala Joy Eslava se acercó Albert Hammond Jr. para presentar su último trabajo, el ep AHJ, en una noche que días antes se había transformado en fiesta de presentación de la próxima edición del Festival Dcode (13 de septiembre de 2014). Con Zeno and the Stoics como aperitivo y Eme Dj como postre y excusa para ir de fiesta un lunes (algo nada descabellado en plena semana de cenas de navidad), el plato principal dio buena cuenta de su valía por su cuenta con un recital que, sabiendo que nada ni nadie es perfecto, rozó la perfección.

Respetando lo que parece ser el código de vestimenta de esta gira, marcado por la portada de AHJ (polo y pantalón negro, tirantes rojos) hizo acto de presencia Albert, acompañado de su banda. Arrancó fuerte, con “Postal Blowfish” y la crudeza de unas guitarras que no perderían garra en ningún momento. Buena parte de la culpa la tuvo la genial pareja de guitarristas que flanqueaba a Albert, cuyos grandes punteos strokeros, como los de “Holiday“, estuvieron tan coordinados como los impresionantes flequillos que lucían ambos. Dedicados los primeros minutos a sus dos primeras entregas — los álbumes Yours to keep (2006) y ¿Cómo te llama? (2008) — llegaron casi seguidas “Carnal Cruise“, quizás la más enérgica de sus nuevas canciones, y el single “St. Justice“, momento que Albert aprovechó para abrazarse al micro y demostrar sus dotes de frontman.

Un líder poco hablador (“No hay mucho que decir”, comentó) pero de hábiles cuerdas vocales, afrontando sin problemas la especie de trabalenguas que encierra “Cooker Ship” o los falsetes de “In Transit“. Un líder que, acostumbrado a la tarea de manejar la melódica, demostró que tiene sus momentos de punteo glorioso. Se despachó a gusto con las cuerdas cuando le dejaron solo sobre las tablas, casi a oscuras (tras decir: “Saquen todas las luces”, primer y reclamado chapurreo en español) y con la bola de discoteca en movimiento, creando el ambiente idóneo para “Blue skies“, que por fin animó al honorable a alzar la voz.

Victory at Monterey” marcó el regreso de la banda, y fue la única vez que se vio a Albert trasteando con los efectos de su instrumento. Cualquier otro arreglo presente en el disco, como la trompeta final de “Hard to live (In the city)” no se estaba traduciendo al directo, cargando todo el peso sobre unas guitarras que sonaron perfectas y precisas en la luminosa “Back to 101“.

Con la escasez de palabras y la exactitud de cada tema (sin solos innecesariamente largos ni demás florituras, una actitud que alguno tacharía de aburrida pero el lunes parecía totalmente correcta), incluso su revisión de “Last caress” de The Misfits, el concierto tocaba su fin pasada una hora, y el bis era obligado. Sin embargo, fue un bis (uno, uno), “The Boss Americana“, que supo a poco al descubrirse que realmente no iban a tocar nada más. Cualquiera diría que se trataba de la última fecha de la gira de 2013.

Es evidente que la calidad superó con creces a la cantidad, lo cual no es malo, ni mucho menos. La buena acústica de la sala unida a la técnica impecable demostrada por Albert y compañía dio lugar a un concierto, como se ha dicho antes, casi perfecto, porque nunca tendríamos suficiente.

En cuanto a los nostálgicos de los neoyorquinos, al finalizar el concierto y bajar el telón, se puso en marcha el hilo musical, y, ¿qué fue lo primero que sonó? The Strokes. Por si acaso ellos no habían tenido suficiente, quizás.


Texto: Beatriz H. Viloria Fotos: Live Nation

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